1
Es el fruto más destacado y fundamental del Espíritu Santo. El amor cristiano se caracteriza por ser desinteresado, sacrificial y centrado en el bienestar y la felicidad de los demás.
2
Se trata de un estado de tranquilidad interior y armonía, tanto con uno mismo como con los demás. La paz del Espíritu Santo va más allá de la ausencia de conflictos externos y se fundamenta en una confianza en la providencia divina.
3
Se refiere a una alegría profunda y duradera que surge de la relación con Dios y de vivir de acuerdo con su voluntad. Es una alegría que no se ve afectada por circunstancias externas.
4
Es la capacidad de esperar con calma y perseverancia, incluso en momentos de dificultad o adversidad. La paciencia cristiana se basa en la confianza en el plan de Dios.
5
Se refiere a la disposición altruista de ayudar y hacer el bien a los demás. La bondad se caracteriza por actos generosos, compasivos y solidarios.
6
Se refiere a la confianza firme y segura en Dios y en sus promesas. La fe es el fundamento sobre el cual se construye la vida cristiana y es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.
7
Es la cualidad de la suavidad, la humildad y la paciencia en las relaciones con los demás. La mansedumbre implica controlar las reacciones impulsivas y responder con calma y serenidad.
8
La persona modestia tiene en su comportamiento, en su vestido y en su hablar una decencia que le hace fortalecer la vida cristiana de los demás, no debilitarla.
9
Es la actitud amable, considerada y compasiva hacia los demás. Implica tratar a los demás con suavidad y respeto, incluso en situaciones difíciles.
10
Es una persona moderada, con las pasiones firmemente controladas por la razón y la gloria.
11
Testigos de la fidelidad y la ternura de Dios, nos inclina a vivir la sexualidad como servicio a la vida, para hacer de nuestro cuerpo una entera alabanza.
12
No da ánimo para tender a lo bueno, aunque haya que esperar mucho para alcanzarlo.
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