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Este fruto del Espíritu Santo, confiere al alma una amplitud de vista y de generosidad, por las cuales, ésta saber esperar la hora de la Divina Providencia, cuando ve que se retrasa el cumplimiento de sus designios y sabe tener bondad
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justos límites la concupiscencia, no sólo en lo que atañe a los placeres sensuales, sino también en lo que concierne al comer, al beber, al dormir, al divertirse y en los otros placeres de la vida material
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se opone a la ira y al rencor, se opone a la ira que quiere imponerse a los demás; se opone al rencor que quiere vengarse
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Es disposición constante a la indulgencia y a la fabilidad en el hablar, en el responder y en el actuar. Se puede ser bueno sin ser benigno teniendo un trato rudo
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Mantener la palabra dada, ser puntuales en los compromisos y horarios, es virtud que glorifica a Dios que es verdad
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Siendo la vida una permanente lucha contra enemigos, visibles e invisibles y contra las fuerzas del mundo y del infierno
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Como reflejo de la calma interior, mantiene nuestros ojos para que no se fijen en cosas vulgares e indecorosas
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es la victoria conseguida sobre la carne y que hace del cristiano templo vivo del Espíritu Santo. El alma casta, ya sea virgen o casada [porque también existe la castidad conyugal, en el perfecto orden y empleo del matrimonio]
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s el fruto que emana espontáneamente de la caridad, como el perfume de la flor, la luz del sol, el calor del fuego, da al alma un gozo profundo
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Es el afecto que se tiene en beneficiar al prójimo.
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Es el primero de los frutos del Espíritu Santo, fundamento y raíz de todos los demás
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como dice San Pablo (Fil. 4,7) pues es una alegría que supera todo goce fundado en la carne o en las cosas materiales, y para obtenerla debemos inmolar todo a Dios.