Indigenas y administración
La población indígena fue una gran preocupación para la política de la Corona. Ante la reducción demográfica indígena, las ordenanzas coloniales procuraron evitar el agravamiento de la condición social de los indígenas e intentaron controlar instituciones como la encomienda, la esclavitud o el trabajo forzoso. De esta manera, se tendió a asegurar la propiedad indígena y rehacer el gobierno de los indígenas en sus comunidades, resguardos y pueblos. El vínculo entre los gobiernos indígenas y la administración colonial estaba representado por el corregidor y el protector de naturales, encargados de hacer cumplir la administración respecto de las comunidades indígenas. En su interior las comunidades se gobernaban por cabildos presididos por los alcaldes e integrados por regidores. Estas autoridades indígenas gobernaban de acuerdo con sus sistemas ancestrales, aunque los españoles buscaban que ese gobierno propio no fuera contrario a la legislación hispánica.
Sistema laboral y tributario.
El tributo representó la forma más usual por medio de la cual la sociedad española se apropiaba de gran parte de la riqueza y de la producción que se daba en las comunidades indígenas y en la población de mestizos. El tributo se manifestó de muchas maneras: la esclavitud indígena, la obligación de trabajar, la entrega de productos e inclusive, el pago de tributos en dinero bajo la forma de impuestos, llamados requintos y demoras.
La esclavitud indígena fue el primer sistema laboral que se dio en la mayor parte de las colonias, pero fue desapareciendo ante la masiva muerte de indígenas, causada por las enfermedades, por los maltratos y el sufrimiento que experimentaban al ser llevados a trabajar a otras tierras y climas que no eran los suyos. Por esto se crearon, desde mediados del siglo XVI mecanismos como la encomienda y la mita, que organizaban la forma de distribuir los indígenas entre los españoles y la manera de entregar los tributos a la sociedad dominante.
La encomienda.
A un español, llamado encomendero, se le asignaba un pueblo o un grupo de indígenas para que estos le tributaran en especies, trabajo y dinero. Aunque el encomendero se beneficiaba del trabajo de los indígenas, él no era el dueño de la encomienda, pues la tierra pertenecía a rey. Por lo tanto el encomendero no podía vivir en la encomienda sino cerca de ella. Aunque, al principio, el encomendero era el único beneficiario de la producción de las encomiendas, luego ese beneficio se extendió a particulares dueños de haciendas y minas, a la iglesia, a los habitantes urbanos y a los cabildos de las ciudades.
Desde finales del siglo XVI y principios del XVIII, la encomienda entró en crisis, debido fundamentalmente a la enorme mortandad indígena.
La mita.
Si bien la encomienda no desapareció, se intensificó el sistema de distribuir y rotar el trabajo indígena entre distintos sectores de la economía y la sociedad españolas. Este sistema fue conocido como la mita en el virreinato del Perú y como Coatequitl en el virreinato de Nueva España (México y Centroamérica). En realidad, estos dos sistemas eran propios de los indígenas. Los españoles lo adoptaron para su beneficio y para desarrollar la minería, la agricultura, el reconocimiento de particulares y el crecimiento de las ciudades.
Los tributos.
La tributación en productos o en trabajo no era desconocida por los indígenas pues correspondía a una de sus formas importantes de organización social y económica. La tributación en las sociedades indígenas antes de las llegadas de los españoles, beneficiaba a todo el conjunto de la sociedad. Las mujeres y los hombres le tributaban a sus jefes, caciques y señores, pero estos retribuían y distribuían los tributos acumulados cuando se presentaba épocas de escasez, hambrunas, pestes, enfermedades, y para ayudar a la celebración de las fiestas y ceremonias. Toda esta reciprocidad fue eliminada por los españoles, quienes se quedaban con los tributos para su enriquecimiento.
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Créé par
Eivar Sterling Sandoval
Colombia
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