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Poco a poco vamos afrontando la nueva situación y reorganizamos nuestra propia existencia. Aquí, el recuerdo de nuestro ser querido empieza a transformarse en una emoción reparadora.
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Se experimenta tristeza por la pérdida. Pueden llegar a sucederse episodios depresivos que deberían ceder con el tiempo.
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Es la fase más desagradable pues el estado de ánimo se deprime, mi autoestima baja y no me ha dado tiempo aún a adaptarme
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Negociar consigo mismo o con el entorno, entendiendo los pros y contras de la pérdida. Se intenta buscar una solución a la pérdida a pesar de conocerse la imposibilidad de que suceda.
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Estado de desconcierto y embotamiento, caracterizado por la presencia de conductas automáticas y la incapacidad de aceptar la realidad.
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Se asume que la pérdida es inevitable. Supone un cambio de visión de la situación sin la pérdida; siempre teniendo en cuenta que no es lo mismo aceptar que olvidar.
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Cuando han pasado unos días entramos en la fase en la que creamos una curiosa fantasía: la persona que nos ha dejado era PERFECTA.
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Negarse a sí mismo o al entorno que ha ocurrido la pérdida
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Esto supone empezar a hacer tareas, gestiones, tomar decisiones, etc. sin contar con la presencia y el apoyo que nos daba antes esa persona.
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afrontando plenamente que la persona querida está muerta, se ha marchado y no volverá
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El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (pérdida de un empleo, pérdida de un ser querido, pérdida de una relación, etc.)
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es una emoción que nos acompaña a lo largo de nuestra vida. No en vano siempre esta presente en situaciones de conflicto,