El decenio de los treinta es considerado en la historia política y social del país como el momento en el que los políticos salen a la plaza pública para movilizar a las masas, principalmente a las urbanas. En este contexto Jorge Eliecer Gaitán comienza a delinearse como el hombre del pueblo. Sus relaciones con este comienzan a perfilar la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), la cual atrajo a los sectores medios del campo de regiones como Fusagasugá en Cundinamarca y el Tolima, principalmente.
Alfonso López Pumarejo también se acercó con su discurso liberal a las masas de campesinos recién llegados a las ciudades, apoyando con su política de sindicalismo oficialista a los sindicatos existentes: de transportadores, braceros (acuerdos laborales temporales), ferroviarios, textileros, petroleros, mineros y ligas campesinas, entre otros. Las buenas relaciones de López con el sindicalismo posibilitaron que el 1° de mayo de 1936, éste marchara al lado de los comunistas, que se habían constituido como partido en 1930, y que tenían una fuerte presencia de sindicatos.