Relier: La casa de Bernarda. Citas (lengua - 1º bachillerato - literatura española

Créé par

José Daniel Esteban Guillén

Spain


La casa de Bernarda. CitasVersion en ligne Une las citas con sus temas. par José Daniel Esteban Guillén 1 Contraste entre la moral autoritaria y el deseo de libertad 2 El amor sensual, la búsqueda del varón 3 La hipocresía (el mundo de las falsas apariencias / el “qué dirán”) 4 El odio y la envidia 5 La marginación de la mujer Bernarda: No he dejado que nadie me dé lecciones. Sentarse. (Se sientan. Pausa) (Fuerte) Magdalena, no llores. Si quieres llorar te metes debajo de la cama. ¿Me has oído? Bernarda: Aquí se hace lo que yo mando. Adela: (Rompiendo a llorar con ira) ¡No , no me acostumbraré! Yo no quiero estar encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras. ¡No quiero perder mi blancura en estas habitaciones! ¡Mañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear por la calle! ¡Yo quiero salir! Bernarda: (Golpeando con el bastón en el suelo.) ¡No os hagáis ilusiones de que vais a poder conmigo. ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandaré en lo mío y en lo vuestro! Bernarda: Las mujeres en la iglesia no deben mirar más hombre que al oficiante, y a ése porque tiene faldas. Volver la cabeza es buscar el calor de la pana La Poncia: ¡Tanto te gusta ese hombre! Adela: ¡Tanto! Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente. Adela: No por encima de ti, que eres una criada, por encima de mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca. La Poncia: Son mujeres sin hombre, nada más. En estas cuestiones se olvida hasta la sangre. Magdalena: ...pero nos pudrimos por el qué dirán. Bernarda: ¡Yo sabré enterarme! Si las gentes del pueblo quieren levantar falsos testimonios se encontrarán con mi pedernal. No se hable de este asunto. Hay a veces una ola de fango que levantan los demás para perdernos. Bernarda: Pero todavía no soy anciana y tengo cinco cadenas para vosotras y esta casa levantada por mi padre para que ni las hierbas se enteren de mi desolación. Bernarda: Abre. No creas que los muros defienden de la vergüenza. La Poncia: Tirana de todos los que la rodean. Es capaz de sentarse encima de tu corazón y ver cómo te mueres durante un año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara Bernarda: ¡Andar a vuestras cuevas a criticar todo lo que habéis visto! Ojalá tardéis muchos años en pasar el arco de mi puerta. La Poncia: Contigo no se puede hablar. ¿Tenemos o no tenemos confianza? Bernarda: No tenemos. Me sirves y te pago. ¡Nada más Adela: En vez de limpiar la casa y acostarte para rezar a tus muertos, buscas como una vieja marrana asuntos de hombres y mujeres para babosear en ellos. Bernarda: Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles. Martirio (a Amelia): ¡Qué les importa a ellos la fealdad! A ellos les importa la tierra, las yuntas y una perra sumisa que les dé de comer La Poncia: A vosotras, que sois solteras, os conviene saber de todos modos que el hombre a los quince días de boda deja la cama por la mesa, y luego la mesa por la tabernilla. Y la que no se conforma se pudre llorando en un rincón. La Poncia: Hace años vino otra de éstas y yo misma di dinero a mi hijo mayor para que fuera. Los hombres necesitan estas cosas. Adela: Se les perdona todo. Amelia: Nacer mujer es el mayor castigo. Magdalena: Y ni nuestros ojos siquiera nos pertenecen.

La casa de Bernarda. CitasVersion en ligne

Une las citas con sus temas.

par José Daniel Esteban Guillén

Contraste entre la moral autoritaria y el deseo de libertad

El amor sensual, la búsqueda del varón

La hipocresía (el mundo de las falsas apariencias / el “qué dirán”)

El odio y la envidia

La marginación de la mujer

Bernarda: No he dejado que nadie me dé lecciones. Sentarse. (Se sientan. Pausa) (Fuerte) Magdalena, no llores. Si quieres llorar te metes debajo de la cama. ¿Me has oído?

Bernarda: Aquí se hace lo que yo mando.

Adela: (Rompiendo a llorar con ira) ¡No , no me acostumbraré! Yo no quiero estar encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras. ¡No quiero perder mi blancura en estas habitaciones! ¡Mañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear por la calle! ¡Yo quiero salir!

Bernarda: (Golpeando con el bastón en el suelo.) ¡No os hagáis ilusiones de que vais a poder conmigo. ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandaré en lo mío y en lo vuestro!

Bernarda: Las mujeres en la iglesia no deben mirar más hombre que al oficiante, y a ése porque tiene faldas. Volver la cabeza es buscar el calor de la pana

La Poncia: ¡Tanto te gusta ese hombre! Adela: ¡Tanto! Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente.

Adela: No por encima de ti, que eres una criada, por encima de mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca.

La Poncia: Son mujeres sin hombre, nada más. En estas cuestiones se olvida hasta la sangre.

Magdalena: ...pero nos pudrimos por el qué dirán.

Bernarda: ¡Yo sabré enterarme! Si las gentes del pueblo quieren levantar falsos testimonios se encontrarán con mi pedernal. No se hable de este asunto. Hay a veces una ola de fango que levantan los demás para perdernos.

Bernarda: Pero todavía no soy anciana y tengo cinco cadenas para vosotras y esta casa levantada por mi padre para que ni las hierbas se enteren de mi desolación.

Bernarda: Abre. No creas que los muros defienden de la vergüenza.

La Poncia: Tirana de todos los que la rodean. Es capaz de sentarse encima de tu corazón y ver cómo te mueres durante un año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara

Bernarda: ¡Andar a vuestras cuevas a criticar todo lo que habéis visto! Ojalá tardéis muchos años en pasar el arco de mi puerta.

La Poncia: Contigo no se puede hablar. ¿Tenemos o no tenemos confianza? Bernarda: No tenemos. Me sirves y te pago. ¡Nada más

Adela: En vez de limpiar la casa y acostarte para rezar a tus muertos, buscas como una vieja marrana asuntos de hombres y mujeres para babosear en ellos.

Bernarda: Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles.

Martirio (a Amelia): ¡Qué les importa a ellos la fealdad! A ellos les importa la tierra, las yuntas y una perra sumisa que les dé de comer

La Poncia: A vosotras, que sois solteras, os conviene saber de todos modos que el hombre a los quince días de boda deja la cama por la mesa, y luego la mesa por la tabernilla. Y la que no se conforma se pudre llorando en un rincón.

La Poncia: Hace años vino otra de éstas y yo misma di dinero a mi hijo mayor para que fuera. Los hombres necesitan estas cosas. Adela: Se les perdona todo. Amelia: Nacer mujer es el mayor castigo. Magdalena: Y ni nuestros ojos siquiera nos pertenecen.

La casa de Bernarda. Citas

Relier

Téléchargez la version pour jouer sur papier

Créé par

Top 10 résultats

Top Jeux

Relier

Taylor Swift

Relier

Muscular system

Relier

SEQUENCE WORDS

Relier

Common Hacks I

Relier

Glands and Hormones

La casa de Bernarda. CitasVersion en ligne

par José Daniel Esteban Guillén

Contraste entre la moral autoritaria y el deseo de libertad

El amor sensual, la búsqueda del varón

La hipocresía (el mundo de las falsas apariencias / el “qué dirán”)

El odio y la envidia

La marginación de la mujer