Era una madrugada fría, el cacareo alarmante de la gallina clueca despertó sobresaltando a los animales del entorno.
-¡ Mis huevos! ¡Mis huevos empollados! ¡Me vaciaron el nido!
-cacareaba la gallina con las alas en la cabeza.
El gallo, que aleteaba para cantar el quiquiriquí, se le trabó la lengua.
¡Paf! Se escucho un sonido Cauteloso en un charco de agua y el delincuente se escabulló.
El sol que salia en ese momento,sólo alcanzó a ver las huellas que se desvanecían en el lodo.
Esa mañana , el maloliente que emanaba del charco no permitía que los animales saciaran la sed, dentro de los huevos había uno podrido por lo que el sapito delincuente tuvo que soportar el vaho para no ser descubierto.