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La gaviota (Fernán Caballero, la llamaban)

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Trabajo de vocabulario basado en un texto del siglo XIX.

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La gaviota (Fernán Caballero, la llamaban)

Trabajo de vocabulario basado en un texto del siglo XIX.

Juan Villar
1

neblina bajel alcázar azote apostura paquebote ayudantes alteración sonrisa buque aire brazo mareo remedios cubierta

En noviembre del año de 1836 , el ( 1 ) de vapor Royal Sovereign se alejaba de las costas nebulosas de Falmouth , azotando las olas con sus brazos , y desplegando sus velas pardas y húmedas en la ( 2 ) , aún más parda y más húmeda que ellas .

El interior del ( 3 ) presentaba el triste espectáculo del principio de un viaje marítimo . Los pasajeros amontonados luchaban con las fatigas del ( 4 ) . Veíanse mujeres en extrañas actitudes , desordenados los cabellos , ajados los camisolines , chafados los sombreros . Los hombres , pálidos y de mal humor ; los niños , abandonados y llorosos ; los criados , atravesando con angulosos pasos la cámara , para llevar a los pacientes té , café y otros ( 5 ) imaginarios , mientras que el buque , rey y señor de las aguas , sin cuidarse de los males que ocasionaba , luchaba a ( 6 ) partido con las olas , dominándolas cuando le oponían resistencia , y persiguiéndolas de cerca cuando cedían .

Paseábanse sobre ( 7 ) los hombres que se habían preservado del ( 8 ) común , por una complexión especial , o por la costumbre de viajar . Entre ellos se hallaba el gobernador de una colonia inglesa , buen mozo y de alta estatura , acompañado de dos ( 9 ) . Algunos otros estaban envueltos en sus mackintosh , metidas las manos en los bolsillos , los rostros encendidos , azulados o muy pálidos , y generalmente desconcertados . En fin , aquel hermoso ( 10 ) parecía haberse convertido en el ( 11 ) de la displicencia .

Entre todos los pasajeros se distinguía un joven como de veinticuatro años , cuyo noble y sencillo continente , y cuyo rostro hermoso y apacible no daban señales de la más pequeña ( 12 ) . Era alto y de gentil talante ; y en la ( 13 ) de su cabeza reinaban una gracia y una dignidad admirables . Sus cabellos negros y rizados adornaban su frente blanca y majestuosa : las miradas de sus grandes y negros ojos eran plácidas y penetrantes a la vez . En sus labios sombreados por un ligero bigote negro , se notaba una blanda ( 14 ) , indicio de capacidad y agudeza , y en toda su persona , en su modo de andar y en sus gestos , se traslucía la elevación de su clase y la del alma , sin el menor síntoma del ( 15 ) desdeñoso , que algunos atribuyen injustamente a toda especie de superioridad .

2

bizarro sumamente virtuosa incomparable desdeñoso muselina alabastro indispuesta Pendían lindas cordialidad jaqueca esplendor

El mes de julio había sido caluroso en Sevilla . Las tertulias se reunían en aquellos patios deliciosos en que las hermosas fuentes de mármol , con sus juguetones saltaderos , desaparecían detrás de una gran masa de tiestos de flores . del techo de los corredores , guarnecían el patio grandes faroles o bombas de cristal , que esparcían en torno torrentes de luz . Las flores perfumaban el ambiente , y contribuían a realzar la gracia y el de esta escena los ricos muebles que la adornaban , y sobre todo las sevillanas , cuyos animados y alegres diálogos competían con el blando susurro de las fuentes .
En una noche hacia fines del mes había gran concurrencia en casa de la joven , linda y elegante condesa de Algar . Se tenía a gran dicha ser introducido en aquella casa , y por cierto no había cosa más fácil , porque la dueña era tan amable y tan accesible , que recibía a todo el mundo con la misma sonrisa y la misma . La facilidad con que admitía a todos los presentados no era muy del gusto de su tío el general Santa María , militar de la época de Napoleón , belicoso por excelencia y ( como solían ser los militares de aquellos tiempos ) algo brusco , un poco exclusivo , un tanto cuanto absoluto y ; en fin , un hijo clásico de Marte , plenamente convencido de que todas las relaciones entre los hombres consisten en mandar u obedecer , y de que el objeto y principal utilidad de la sociedad es clasificar a todos y a cada uno de sus miembros . En lo demás , español como Pelayo , como el Cid . El general , su hermana la marquesa de Guadalcanal , madre de la condesa , y otras personas estaban jugando al tresillo . Algunos hablaban de política , paseándose por los corredores ; la juventud de ambos sexos , sentada junto a las flores , charlaba y reía como si la tierra sólo produjese flores y el aire sólo resonase en alegres risas .
La condesa , medio recostada en un sofá , se quejaba de una fuerte , que , sin embargo , no le impedía estar alegre y risueña . Era pequeña , delgada y blanca como el . Su espesa y rubia cabellera ondeaba en tirabuzones a la inglesa . Sus ojos pardos y grandes , su nariz , sus dientes , su boca , el óvalo de su rostro , eran modelos de perfección ; su gracia , . Querida en extremo por su madre , adorada por su marido , que , no gustando de la sociedad , le daba , sin embargo , una libertad sin límites , porque ella era y él confiado ; era la condesa , en realidad , una niña mimada . Pero , gracias a su excelente carácter , no abusaba de los privilegios de tal . Sin grandes facultades intelectuales , tenía el talento del corazón ; sentía bien y con delicadeza . Toda su ambición se reducía a divertirse y agradar sin exceso , como el ave que vuela sin saberlo y canta sin esfuerzo . Aquella noche había vuelto de paseo , cansada y algo ; se había quitado el vestido y pues tose una sencilla blusa de blanca . Sus brazos blancos y redondos asomaban por los encajes de sus mangas perdidas ; se había olvidado de quitarse un brazalete y las sortijas . Cerca de ella estaba sentado un coronel joven , recién venido de Madrid , después de haberse distinguido en la guerra de Navarra . La condesa tenía fijada en él toda su atención .

3

levita bayeta visera desiertos manadas dehesas puertecillo condado oprimido abotonada jadeante

En una mañana de octubre de 1838 , un hombre bajaba a pie de uno de los
pueblos del de Niebla , y se dirigía hacia la playa . Era tal su
impaciencia por llegar a un de mar que le habían indicado , que
creyendo cortar terreno entró en una de las vastas , comunes en el
sur de España , verdaderos destinados a la cría del ganado vacuno ,
cuyas no salen jamás de aquellos límites .
Este hombre parecía viejo , aunque no tenía más de veintiséis años . Vestía
una especie de militar , hasta el cuello . Su tocado era una
mala gorra con . Llevaba al hombro un palo grueso , del que pendía
una cajita de caoba , cubierta de verde ; un paquete de libros , atados
con tiras de orillo , un pañuelo que contenía algunas piezas de ropa blanca ,
y una gran capa enrollada .
Este ligero equipaje parecía muy superior a sus fuerzas . De cuando en
cuando se detenía , apoyaba una mano en su pecho , o la pasaba
por su enardecida frente , o bien fijaba sus miradas en un pobre perro que le
seguía , y que en aquellas paradas se acostaba a sus pies .