Relier Pairs Pedagogía por edadesVersion en ligne Relaciona la propuesta de cómo educar con la edad en la que aplica dicha propuesta. par Josemaría Elizondo 1 ADOLESCENCIA (13 a 16 años) 2 PREADOLESCENCIA (11 a 12 años) 3 JUVENTUD 4 SEGUNDA INFANCIA (3 a 6 años) 5 ADULTOS 6 TERCERA INFANCIA (6 a 11 años) 7 ANCIANOS 8 PRIMERA INFANCIA (0 a 2 años) Esta etapa es el momento de los proyectos generosos, momento en que brota el sentido del amor, así como los impulsos biológicos de la sexualidad, del deseo de estar juntos; momento de una alegría particularmente intensa, pero también, a menudo, la edad de los interrogantes más profundos; a veces también la edad de los primeros fracasos y de las primeras amarguras. La catequesis no puede ignorar estos aspectos fácilmente cambiantes de un periodo tan delicado de la vida. Podemos hablar solo de una "catequesis de ambiente". La madre proporciona el acceso del alma infantil a Dios. Se pueden enseñar solo palabras esenciales como Jesús, María, Dios, Cielo... Despertar del sentido de lo sagrado. La catequesis preescolar debe de estar inseparablemente unida a la "acción", pues, el niño "piensa por el gesto" y "comprende por la acción". Así lo mejor para dar una buena catequesis sobre la adoración, puede ser el hacer una reverencia o genuflexión ante el Santísimo Sacramento Se trata, más bien de alimentarlos con "lo esencial" de cuanto hayan podido recibir, llegando a la "inteligencia del corazón". Los temas más oportunos serían: Espiritualidad de la muerte, la vivencia del misterio pascual de Cristo en cada uno de nosotros, las virtudes de la esperanza, la fortaleza, la oración contemplativa, la adoración, etc. La catequesis ha de ser creativa, que se sientan sujetos activos en el desarrollo de la misma. La catequesis debe ser "liberadora", que busque la promoción humana y cristiana, con libertad evangélica. Poner la fe en diálogo con otras formas de pensar y de actuar, a las que son sensibles, confrontando la fe con los humanismos modernos. Favorecer organizaciones y comunidades para que manifiesten mejor sus problemas y Cristo les aparezca como la respuesta más plena a sus aspiraciones, inquietudes e interrogantes. Necesita una catequesis sólida y documentada, con razones suficientes, mejor a través de hechos bíblicos, litúrgicos, eclesiales y nunca partiendo de nociones abstractas. Aceptará seriamente las afirmaciones de la fe fundamentadas en el testimonio de sus padres y educadores. Hay que ayudarle a comprender que la fe no consiste en "saber muchas cosas" sino en identificarse con Jesús. Ha de ser una "fe de síntesis", que abrace esencialmente el Misterio de Dios, integrando en él, el conjunto de valores humanos vividos y de los que se ha sentido responsable y que ah ora ha de situar exactamente en relación con Cristo, inmanente y trascendente respecto al mundo. La relación catequista-alumno es esencial. Ha de ver en su educador un Signo de Dios, no tanto por su palabra cuanto por su vida. Espera de él "proximidad" y "dinamismo", "prestigio", "seguridad", "simpatía" y "comprensión". Que le ayude a buscar no el camino más corto y más fácil sino el más adecuado y conveniente.