Compléter Espantos de agostoVersion en ligne Completa el siguiente fragmento del cuento. par Stephanie Noriega Castillo 1 almorzar aspecto florida colina fantasma refinado anfitrión sendero dos pastora toscana burlamos espantan Ludovico insigne renacentista Caribe automóvil noventa agosto siete Llegamos a Arezzo un poco antes del medio día , y perdimos más de horas buscando el castillo que el escritor venezolano Miguel Otero Silva había comprado en aquel recodo idílico de la campiña . Era un domingo de principios de , ardiente y bullicioso , y no era fácil encontrar a alguien que supiera algo en las calles abarrotadas de turistas . Al cabo de muchas tentativas inútiles volvimos al , abandonamos la ciudad por un de cipreses sin indicaciones viales , y una vieja de gansos nos indicó con precisión dónde estaba el castillo . Antes de despedirse nos preguntó si pensábamos dormir allí , y le contestamos , como lo teníamos previsto , que sólo íbamos a . - Menos mal - dijo ella - porque en esa casa . Mi esposa y yo , que no creemos en aparecidos del medio día , nos de su credulidad . Pero nuestros dos hijos , de nueve y años , se pusieron dichosos con la idea de conocer un de cuerpo presente . Miguel Otero Silva , que además de buen escritor era un espléndido y un comedor , nos esperaba con un almuerzo de nunca olvidar . Como se nos había hecho tarde no tuvimos tiempo de conocer el interior del castillo antes de sentarnos a la mesa , pero su desde fuera no tenía nada de pavoroso , y cualquier inquietud se disipaba con la visión completa de la ciudad desde la terraza donde estábamos almorzando . Era difícil creer que en aquella de casas encaramadas , donde apenas cabían mil personas , hubieran nacido tantos hombres de genio perdurable . Sin embargo , Miguel Otero Silva nos dijo con su humor que ninguno de tantos era el más de Arezzo . - El más grande - sentenció - fue .