La sociedad española está llena de contradicciones, por un lado el oro y la plata de América traen una riqueza que es mal distribuida.
Poco a poco se impone la sociedad capitalista, y en este sentido el dinero, y no los privilegios de nacimiento, va a marcar la pertenencia a las clases sociales.
Sigue habiendo los tres estamentos tradicionales: nobleza, clero y campesinado, a las que habría que unir, los cada vez más importantes gremios de trabajadores artesanos y comerciantes en las ciudades; y los hidalgos, que vendría a ser la clase media actual, un grupo mayoritario perteneciente a la más baja nobleza, que vive de las pequeñas rentas y de las armas (y que fue protagonista de buena parte de las narraciones del siglo XVI, de manera destacada, claro está, en el famoso hidalgo de la mancha).