Icon Créer jeu Créer jeu

La Oración

Test

Contesta las preguntas

Téléchargez la version pour jouer sur papier

Âge recommandé: 7 ans
10 fois fait

Créé par

Mexico

Top 10 résultats

  1. 1
    00:43
    temps
    80
    but
Voulez-vous apparaître dans le Top 10 de ce jeu? pour vous identifier.
Créez votre propre jeu gratuite à partir de notre créateur de jeu
Affrontez vos amis pour voir qui obtient le meilleur score dans ce jeu

Top Jeux

  1. temps
    but
  1. temps
    but
temps
but
temps
but
 
game-icon

La OraciónVersion en ligne

Contesta las preguntas

par Ministerio de Levitas
1

¿Estamos obligados a orar?

2

¿Por qué orar?

3

¿Cuál es la llamada ‘oración del pecador’?

4

¿Cuál es la conexión entre oración y ayuno?

5

¿Qué es exactamente la oración?

6

¿Cuál es la manera correcta de orar?

7

¿Qué es la oración de intercesión?

Respuesta escrita

8

¿Es aceptable orar repetidamente por la misma cosa?

9

¿Tengo que ponerme de rodillas o cerrar los ojos para orar?

10

¿Cuándo debemos orar?

11

¿Dónde debemos orar?

12

¿De qué debemos orar?

13

¿Quién debe orar?

Explicación

Sí, la Escritura nos manda a orar (1 Samuel 12:23; 1 Tesalonicenses 5:17; Lucas 18:1). Como dice Tim Keller , “Fracasar en la oración. . . no es solo romper una regla: es un fracaso en tratar a Dios como Dios”.

Respuesta: ¿Por qué orar? ¿Para qué orar, si Dios ya tiene el perfecto control sobre todas las cosas? ¿Por qué orar, cuando Dios ya sabe lo que le pediremos antes de hacerlo? (1) La oración es una forma de servir a Dios (Lucas 2:36-38). Oramos porque Dios nos manda que lo hagamos (Filipenses 4:6-7). (2) El orar es un ejemplo dado a nosotros por Cristo y la iglesia primitiva (Marcos 1:35; Hechos 1:14; 2:42; 3:1; 4:23-31; 6:4; 13:1-3). (3) Dios decidió que la oración sea el medio para obtener Su intervención en determinadas situaciones: a) Preparación para decisiones importantes (Lucas 6:12-13). b) Para derrotar la actividad demoníaca en la vida de las personas (Mateo 17:14-21). c) En la reunión de los obreros para la cosecha espiritual (Lucas 10:2). d) Para adquirir fortaleza y vencer ante la tentación (Mateo 26:41). e) El medio para fortalecer a otros espiritualmente (Efesios 6:18-19). (4) Tenemos la promesa de Dios de que nuestras oraciones no son en vano, aún si no recibimos específicamente lo que pedimos (Mateo 6:6; Romanos 8:26-27). (5) Él ha prometido que cuando oremos por cosas que estén de acuerdo a Su voluntad, Él nos las concederá (I Juan 5:14-15). Algunas veces Él retarda sus respuestas, de acuerdo a Su voluntad y para nuestro beneficio. En estas situaciones, debemos ser diligentes y perseverantes en la oración (Mateo 7:7; Lucas 18:1-8) La oración no debe ser vista como el medio por el cual Dios cumple nuestra voluntad en la tierra, sino como el medio para hacer que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra. La sabiduría de Dios excede sin medida a la nuestra. En situaciones en las que no sabemos específicamente cuál sea la voluntad de Dios, la oración es el medio para discernirla. Si Pedro no le hubiera pedido a Jesús que le ordenara salir de la barca y caminar sobre el agua, él se hubiera perdido de esa experiencia (Mateo 14:28-29). Si la mujer sirofenisa cuya hija estaba poseída por un demonio, no le hubiera rogado a Cristo, su hija no había sido sanada (Marcos 7:26-30). Si el hombre ciego que mendigaba en las afueras de Jericó no hubiera llamado a Cristo, nunca habría recobrado la vista (Lucas 18:35-43). Dios ha dicho que muchas veces no obtenemos lo que pedimos, porque no sabemos cómo pedir (Santiago 4:2). En un sentido, la oración es como compartir el Evangelio con la gente. No sabemos quién responderá al mensaje del Evangelio, hasta que lo compartimos. Es lo mismo con la oración; nunca veremos los resultados de la respuesta a la oración hasta que oremos. La falta de oración demuestra falta de fe, y falta de confianza en la Palabra de Dios. Oramos para demostrar nuestra fe en Dios, que Él hará conforme a lo que ha prometido en Su Palabra, y bendecirá nuestras vidas abundantemente, más de lo que pudiéramos esperar (Efesios 3:20). La oración es nuestro principal medio para ver la obra de Dios en la vida de otros. Y siendo el medio por el que nos “conectamos” al poder de Dios, es nuestro medio para defendernos del enemigo y su armada (Satanás y su ejército) ante al cual estamos indefensos para derrotarlo por nosotros mismos. Por eso, que Dios nos encuentre con frecuencia ante Su trono, porque tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo, que puede identificarse con todo por lo que atravesamos (Hebreos 4:15-16). Tenemos Su promesa de que la oración ferviente del hombre justo puede lograr mucho (Santiago 5:16-18). Que el nombre de Dios sea glorificado en nuestras vidas, creyendo en Él tanto como para acudir con frecuencia ante Él en oración.

La oración comúnmente llamada “la oración del pecador” es una oración que uno hace a Dios cuando entiende que es pecador y en necesidad de un Salvador. Hacer esta oración no logrará nada por sí misma. Una oración del pecador genuina representa sólo lo que uno sabe, entiende, y cree acerca de su pecaminosidad y su necesidad de la salvación. El primer aspecto de la oración del pecador, es entender que todos somos pecadores. Romanos 3:10 proclama, “Como está escrito: no hay justo, ni aún uno.” La Biblia pone muy en claro que todos hemos pecado. Todos somos pecadores en necesidad de la misericordia y el perdón de Dios (Tito 3:5-7). A causa de nuestro pecado, merecemos el castigo eterno (Mateo 25:46). La oración del pecador es un ruego por la gracia en lugar del juicio. Es una solicitud por la misericordia en lugar de la ira. El segundo aspecto de la oración del pecador es conocer lo que Dios ha hecho para remediar nuestra condición perdida y pecaminosa. Dios fue hecho carne y llegó a ser un ser humano en la Persona de Jesucristo (Juan 1:1,14). Jesús nos enseñó la verdad acerca de Dios y llevó una vida perfectamente justa y libre de pecado (Juan 8:46; 2 Corintios 5:21). Jesús murió en la cruz en nuestro lugar, llevando el castigo que nosotros merecemos. (Romanos 5:8) Jesús resucitó de los muertos para probar Su victoria sobre el pecado, la muerte y el infierno (Colosenses 2:15; 1 Corintios el capítulo 15). Por todo esto, podemos tener nuestros pecados perdonados y la promesa de un hogar eterno en el Cielo – si solamente ponemos nuestra fe en Jesucristo. Todo lo que tenemos que hacer es creer que Él murió en nuestro lugar y resucitó de la muerte (Romanos 10:9-10). Podemos ser salvos por gracia solamente, por medio de la fe solamente, y por Jesucristo solamente. Efesios 2:8 declara, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” Hacer la oración del pecador es simplemente una forma de declarar a Dios que usted confía en Jesucristo como su Salvador. No hay palabras “mágicas” que resulten en la salvación. Es sólo la fe en la muerte de Jesucristo y su resurrección, lo que nos puede salvar. Si usted comprende que es un pecador, y en necesidad de la salvación en Jesucristo, usted puede hacer esta oración a Dios ahora: “Dios, sé que soy pecador. Sé que merezco las consecuencias de mi pecado. Sin embargo, estoy confiando en Jesucristo como mi Salvador. Creo que Su muerte y resurrección hicieron la provisión para mi perdón. Confío en Jesús, y sólo en Él como mi Señor y Salvador personal. ¡Gracias Señor, por salvarme y perdonarme! En el nombre de Cristo, ¡Amén!'

Aunque la conexión entre oración y ayuno no está específicamente explicada en la Escritura –tampoco es un mandamiento— existe una fibra que conecta a las dos que parece correr a través de todos los ejemplos de oración y ayuno que han sido registrados para nosotros. En el Antiguo Testamento, aparece que el ayuno y la oración tienen que ver con un sentido de necesidad y dependencia, y/o de una total incapacidad ante calamidades presentes o anticipadas. La oración y el ayuno aparecen combinados en el Antiguo Testamento en tiempos de duelo, arrepentimiento, y/o profunda necesidad espiritual. La oración y ayuno de Nehemías, como se describe en el primer capítulo de su libro, fue resultado de su profunda aflicción sobre las noticias de que Jerusalén había sido asolada. Sus muchos días de oración estuvieron caracterizados por lágrimas, ayuno, confesión por su pueblo, y ruegos a Dios por la misericordia que él sabía que la gente no merecía. Tan intensa y sincera era la manifestación de sus angustias, que es casi inconcebible que pudiera “tomarse un descanso” en medio de tales oraciones, para comer y beber. La devastación que sufrió Jerusalén, también impulsó a Daniel a adoptar una postura similar: “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.” (Daniel 9:3). Como Nehemías, Daniel ayunó y oró para que Dios tuviera misericordia de la gente, diciendo “hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.” (v. 5). En muchos casos, ayunar está ligado a la oración de súplica intercesora. David oró y ayunó por su hijo enfermo (2 Samuel 12:16), llorando ante el Señor en devota intercesión (vv.21-22). Ester urgió a Mardoqueo y a los judíos a ayunar por ella, mientras planeaba aparecer ante su esposo el rey (Ester 4:16). Claramente el ayuno y la petición están aquí como uno y el mismo. Hay ejemplos de oración y ayuno en el Nuevo Testamento, pero éstos no están relacionados con el arrepentimiento o la confesión. La profetisa Ana “… no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.” (Lucas 2:37). A la edad de 84 años, su oración y ayuno eran parte de su servicio al Señor en Su templo como si ella estuviera aguardando al largamente prometido Salvador de Israel. También en el Nuevo Testamento, la iglesia en Antioquia ayunaba juntamente con su adoración, cuando el Espíritu Santo les habló acerca de comisionar a Saulo y Bernabé para la obra del Señor. “Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.” (Hechos 13:3). Así que vemos estos ejemplos de oración y ayuno, como componentes de la adoración al Señor y la solicitud de Su favor. Sin embargo, en ninguna parte, hay alguna indicación de que el Señor se agrade más en responder a las oraciones si están acompañadas por el ayuno. Más bien, el ayuno, junto con la oración parece indicar la sinceridad de los que oran y la naturaleza crítica de las situaciones en las cuales ellos se encuentran. Una cosa está clara: la teología del ayuno es una teología de prioridades, en la cual se les da a los creyentes la oportunidad de expresarse ellos mismos, en una devoción indivisible e intensa al Señor y a los intereses de la vida espiritual. Esta devoción será expresada mediante la abstinencia por un poco de tiempo, de cosas tan buenas y normales como la comida y la bebida, a fin de disfrutar de un tiempo ininterrumpido de comunión con nuestro Padre. Nuestra “…libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.” (Hebreos 10:19), ya sea ayunando o no, es una de las partes más deleitosas de esas “cosas mejores” que son nuestras en Cristo. La oración y el ayuno no deben ser una carga o un deber, sino más bien deben ser una celebración consagrada a la bondad y misericordia de Dios para con Sus hijos.

La oración es un encuentro con Dios iniciado por Dios, en el que humildemente nos comunicamos con el Señor y le adoramos, confesamos nuestros pecados y transgresiones, y le pedimos que llene nuestras necesidades y los deseos de nuestro corazón.

¿Es mejor orar de pie, sentado, de rodillas, o inclinado? ¿Deben estar mis manos abiertas, cerradas o levantadas hacia Dios? ¿Deben estar cerrados mis ojos cuando oro? ¿Es mejor orar en un templo o afuera en la naturaleza? ¿Debo orar por la mañana cuando me levanto, o por la noche antes de ir a la cama? ¿Hay ciertas palabras que necesito decir en mi oración? ¿Cómo comienzo mi oración? ¿Cuál es la manera correcta de cerrar una oración? Estas preguntas, y otras, son preguntas comunes que recibimos acerca de la oración. ¿Cuál es la manera correcta de orar? ¿Acaso importa cualquiera de las cosas mencionadas? Con mucha frecuencia, la oración es vista como una forma de “fórmula mágica.” Si tú no dices exactamente las cosas correctas, u oras en la posición correcta, Dios no escuchará y responderá a tu oración. Esto es completamente anti-bíblico. Dios no responde a nuestras oraciones basado en cuándo oramos, dónde estamos, qué posición corporal adoptamos, o en qué orden decimos nuestras oraciones. Primera de Juan 5:14-15 nos dice, “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” Similarmente, Juan 14:13-14 declara, “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, Yo lo haré.” De acuerdo a esto, y a muchas otras Escrituras, Dios responde a las peticiones de oración basándose en si éstas se piden de acuerdo a Su voluntad y en el Nombre de Cristo (para traer gloria a Jesucristo). Así que, ¿cuál es la manera correcta de orar? Filipenses 4:6-7 nos dice, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” La manera correcta de orar es derramar tu corazón ante Dios. Ser honesto y abierto con Dios, puesto que Él ya te conoce mejor de lo que te conoces a ti mismo. Presenta tus peticiones a Dios, pero ten en mente que Dios sabe lo que es mejor, y no te concederá una petición que no sea Su voluntad para ti. Expresa tu amor, gratitud, y adoración a Dios en oración, pero no te preocupes por tener las palabras correctas para expresarlo. Dios está más interesado en el contenido de tu corazón, que en la calidad de tus palabras. Lo más cerca que llega la Biblia de dar un “patrón” para la oración, es el Padre Nuestro en Mateo 6:9-13. Sin embargo, comprende por favor, que el Padre Nuestro no es una oración que debemos memorizar y recitarla a Dios. Es un ejemplo de las cosas que debe contener una oración –adoración, confianza en Dios, peticiones, confesión, protección, etc. Ora por las cosas de las que habla el Padre Nuestro, pero usa tus propias palabras y “adáptala” a tu propia jornada con Dios. La manera correcta de orar, es expresando lo que hay en tu corazón a Dios. Sentado, de pie, o de rodillas; con las manos abiertas o cerradas; ojos abiertos o cerrados; en un templo, en casa, o al aire libre; por la mañana o por la noche - todas estas cosas son asuntos secundarios, sujetos a la preferencia personal, convicción y conveniencia. El deseo de Dios es que la oración sea una conexión real y personal entre Él y nosotros.

La intercesión es el acto de intervenir en nombre de alguien que está en dificultades o problemas, suplicando o pidiendo por su caso. La oración de intercesión es simplemente el acto de orar, intercediendo a Dios, en nombre de alguien que no seas tú mismo. Así como Jesús oró por sus discípulos y otros creyentes (Juan 17: 6-25) la Escritura deja claro que todos los cristianos deben orar por los demás.

Sí. De hecho, siempre y cuando por lo que estés orando esté dentro de la voluntad de Dios, eres animado por la Escritura a llevar repetidamente en oración tu petición (Lucas 18: 1-7 ; Lucas 11: 5-12).

Cuando miramos la Biblia, nos encontramos con el pueblo de Dios involucrado en una variedad de posiciones cuando oran. No hay una posición Bíblica requerida para la oración. Sin embargo, ciertas posturas pueden ser herramientas útiles para la oración, ya que nos ayudan a expresar reverencia y humildad cuando nos encontramos con Dios.

¡En cualquier momento! Si oramos cuando estamos en dificultad, cuando estamos enfermos, cuando nos sentimos contentos o cuando hemos pecado, ¿no es eso todo el tiempo?

¡En cualquier lugar! Estos versículos no nos dicen dónde debemos de orar, pero yo he logrado descubrirlo. Si debemos orar en cualquier momento que necesitemos la ayuda de Dios, entonces, pienso que hace sentido el que podamos orar dondequiera que estemos, porque donde estemos, Dios estará también.

¡De cualquier cosa! Debemos orar por salud cuando estamos enfermos y pedir perdón por nuestros pecados. Debemos ofrecer oraciones de gracias cuando estamos contentos y pedir ayuda cuando estamos en dificultades.

¡Cualquiera! Éstos versículos nos dicen que cualquiera que necesite la ayuda de Dios o que haya recibido bendición de Dios debe orar, y eso significa todos nosotros.

educaplay suscripción