En los comienzos, Internet era un sitio bastante estático. Todas sus páginas se creaban de forma fija y muy pocas veces se actualizaban, por lo que su contenido era bastante previsible y ofrecía muy poca interacción con el usuario. Esta era la Web 1.0.
Poco a poco, las webs empezaron a utilizar nuevas tecnologías y adaptaron su contenido a páginas más dinámicas que lograban una mayor riqueza de contenido gracias a su capacidad de comunicación con bases de datos. Surgieron los gestores de contenidos y los formularios empezaban a utilizarse ampliamente. La interacción con el usuario mejoró.