Disfraces de la IRA
Resumen Cap. 8: La ira entristece al Espíritu Santo (1 de 2)
Efesios 4:29-32
El hecho de entristecer al Espíritu Santo por medio del enojo, de la amargura, de la ira u otras formas de humana terquedad arruina probablemente más testimonios cristianos que ningún otro pecado.
La ira entristece al Espíritu Santo y el temor apaga al Espíritu Santo... y qué crees?, los temperamentos sanguíneo y colérico tienen la tendencia a ser iracundos, mientras que el melancólico y el flemático se inclinan a ser temerosos, es decir, todos tenemos la predisposición a pecar.
Cuidado con estas dos emociones (ira y temor) esclavizan más cristianos a la ley del pecado que ninguna otra emoción o deseo.
El alto precio de la ira
A. Emocionalmente: Somos por naturaleza seres intensamente emocionales, hechos así por Dios; pero si permitimos que nos domine la ira, sofocaremos la exquisita emoción del amor.
Para apagar el amor que es nuestra emoción base (Dios es amor!), la ira usa disfraces emocionales para sacarlo de nuestra vida:
Amargura, malicia, gritería, envidia, resentimiento, intolerancia, crítica, venganza, ira, odio, disensiones, celos, agresión, habladurías, sarcasmo, implacabilidad.
B. Socialmente:
No es nada agradable alternar con personas iracundas; en consecuencia, los iracundos, quejosos y malhumorados, son gradualmente suprimidos de los compromisos sociales o excluídos de las reuniones donde hay sana diversión.
Físicamente:
Toda vez que el sistema nervioso se pone en tensión debido a la ira o al temor, afecta negativamente una o más partes del cuerpo, estas emociones a su vez producen un estado de gran tensión que, en consecuencia, causa un malestar físico, de modo que los cristianos malgastan inútilmente miles de dólares en médicos y en remedios.
Si el centro emocional es normal (corazón Prov. 4:23) entonces las funciones del cuerpo también serán normales. Si, por el contrario, el centro emocional está "trastornado" o se comporta anormalmente, se produce una reacción que a través del sistema nervioso afecta prácticamente a todo el cuerpo.
iTodos los pecados comienzan en la mente!
El hombre nunca comete espontáneamente un pecado ...
Efesios 4:29-32
El hecho de entristecer al Espíritu Santo por medio del enojo, de la amargura, de la ira u otras formas de humana terquedad arruina probablemente más testimonios cristianos que ningún otro pecado.
La ira entristece al Espíritu Santo y el temor apaga al Espíritu Santo... y qué crees?, los temperamentos sanguíneo y colérico tienen la tendencia a ser iracundos, mientras que el melancólico y el flemático se inclinan a ser temerosos, es decir, todos tenemos la predisposición a pecar.
Cuidado con estas dos emociones (ira y temor) esclavizan más cristianos a la ley del pecado que ninguna otra emoción o deseo.
El alto precio de la ira
A. Emocionalmente: Somos por naturaleza seres intensamente emocionales, hechos así por Dios; pero si permitimos que nos domine la ira, sofocaremos la exquisita emoción del amor.
Para apagar el amor que es nuestra emoción base (Dios es amor!), la ira usa disfraces emocionales para sacarlo de nuestra vida:
Amargura, malicia, gritería, envidia, resentimiento, intolerancia, crítica, venganza, ira, odio, disensiones, celos, agresión, habladurías, sarcasmo, implacabilidad.
B. Socialmente:
No es nada agradable alternar con personas iracundas; en consecuencia, los iracundos, quejosos y malhumorados, son gradualmente suprimidos de los compromisos sociales o excluídos de las reuniones donde hay sana diversión.
Físicamente:
Toda vez que el sistema nervioso se pone en tensión debido a la ira o al temor, afecta negativamente una o más partes del cuerpo, estas emociones a su vez producen un estado de gran tensión que, en consecuencia, causa un malestar físico, de modo que los cristianos malgastan inútilmente miles de dólares en médicos y en remedios.
Si el centro emocional es normal (corazón Prov. 4:23) entonces las funciones del cuerpo también serán normales. Si, por el contrario, el centro emocional está "trastornado" o se comporta anormalmente, se produce una reacción que a través del sistema nervioso afecta prácticamente a todo el cuerpo.
iTodos los pecados comienzan en la mente!
El hombre nunca comete espontáneamente un pecado ...
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