Se presenta el tema: el sacramento del Orden, mediante el cual, la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles, sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos.
1
El sacramento del Orden en el designio divino de la salvación
El
sacramento del Orden se compone de tres grados, que son insustituibles para la
estructura orgánica de la Iglesia: el episcopado, el presbiterado y el diaconado. (CCIC 325). En la Antigua Alianza el sacramento del Orden
fue prefigurado por el servicio de los levitas, el sacerdocio de Aarón y la
institución de los setenta «ancianos» (Nm 11, 25). Estas prefiguraciones
se cumplen en Cristo Jesús, quien, mediante su sacrificio en la cruz, es «el
único […] mediador entre Dios y los hombres» (1 Tm 2, 5), el «Sumo
Sacerdote según el orden de Melquisedec» (Hb 5,10). El único sacerdocio
de Cristo se hace presente por el sacerdocio ministerial. (CCIC 324a). «Sólo Cristo es el verdadero sacerdote; los demás son
ministros suyos» (Santo Tomás de
Aquino). (CCIC 324b). Salió Moisés y transmitió al pueblo las palabras
de Yahveh. Luego reunió a setenta ancianos del pueblo y los puso alrededor de
la Tienda. Bajó Yahveh en la Nube y le habló. Luego tomó algo del espíritu que
había en él y se lo dio a los setenta ancianos. Y en cuanto reposó sobre ellos
el espíritu, se pusieron a profetizar, pero ya no volvieron a hacerlo más. Habían
quedado en el campamento dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad. Reposó
también sobre ellos el espíritu, aunque no habían salido a la Tienda, eran
de los designados. Y profetizaban en el campamento. (Nm 11, 24-26).
Porque hay un solo Dios, y también un solo
mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó
a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno,
y de este testimonio yo he sido constituido
heraldo y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad. (1 Tm 2,
5-7). Los sacerdotes ordenados, en el ejercicio del ministerio sagrado, no hablan ni actúan por su propia autoridad, ni tampoco por mandato o delegación de la comunidad, sino en la Persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia. (CCIC 336a). El varón bautizado puede recibir el
sacramento del Orden. ... Nadie puede exigir la recepción del sacramento del Orden, sino
que debe ser considerado apto para el ministerio por la autoridad de la Iglesia. (cf. CCIC 333).
2
El efecto de la ordenación episcopal, presbiteral, y diaconal.
Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de
entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a
Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; y puede sentir
compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en
flaqueza. Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios
igual que por los del pueblo. Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado
por Dios, lo mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la
gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres
tú; yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres
sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec. El cual, habiendo
ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y
lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud
reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos
los que le obedecen, proclamado por Dios Sumo Sacerdote a semejanza de
Melquisedec. (Hb 5,1-10). La Ordenación episcopal da la plenitud del
sacramento del Orden, hace al Obispo legítimo sucesor de los Apóstoles, lo
constituye miembro del Colegio episcopal, compartiendo con el Papa y los demás
obispos la solicitud por todas las Iglesias, y le confiere los oficios de
enseñar, santificar y gobernar. La unción del Espíritu
marca al presbítero con un carácter espiritual indeleble, lo configura a Cristo
sacerdote y lo hace capaz de actuar en nombre de Cristo Cabeza. Como cooperador
del Orden episcopal, es consagrado para predicar el Evangelio, celebrar el
culto divino, sobre todo la Eucaristía, de la que saca fuerza todo su
ministerio, y ser pastor de los fieles. Aunque haya sido
ordenado para una misión universal, el presbítero la ejerce en una Iglesia
particular, en fraternidad sacramental con los demás presbíteros que forman el
«presbiterio» y que, en comunión con el obispo y en dependencia de él, tienen
la responsabilidad de la Iglesia particular. El diácono, configurado con Cristo siervo de todos, es ordenado para el servicio de la Iglesia, y lo cumple bajo la autoridad de su obispo, en el ministerio de la Palabra, el culto divino, la guía pastoral y la caridad.
3
El primer Concilio en Jerusalén.
El motivo
de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y
establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené. El candidato debe
ser irreprochable, casado una sola vez, cuyos hijos sean creyentes, no tachados
de libertinaje ni de rebeldía. Porque el epíscopo, como administrador de Dios,
debe ser irreprochable; no arrogante, no colérico, no bebedor, no violento, no
dado a negocios sucios; sino hospitalario, amigo del bien, sensato, justo,
piadoso, dueño de sí. Que esté adherido a la palabra fiel, conforme a la
enseñanza, para que sea capaz de exhortar con la sana doctrina. (Tit 1, 5-9). Designaron presbíteros en cada Iglesia y después de hacer oración con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. Se embarcaron para Antioquía. A su llegada reunieron a la Iglesia y contaron todo lo Dios había hecho, abriendo a los gentiles la puerta de la fe. (Hch 14, 23.27).
Bajaron
algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a
la costumbre mosaica, no podéis salvaros». Se produjo con esto una agitación y
una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que
Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y
presbíteros, para tratar esta cuestión. Llegados a Jerusalén fueron recibidos
por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había
hecho juntamente con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que
habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a
los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. (Hch 15, 1-2.4-5).
Se
reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto. Después
de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis
que me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la
Palabra de la Buena Nueva. Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio
en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; y no hizo
distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la
fe. ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los
discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros
creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo
que ellos». (Hch 15, 6-12).
4
¿Por qué se denomina sacramento del Orden?
5
Los aspirantes deben poseer un Espíritu de Sabiduría y Caridad
6
Ordenación de los siete primeros Diáconos
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