Papá, ¿me dejas tener un lindo perrito?
Marcius
dejó de leer el periódico y miró fijamente a su hijo con sus tres ojos sin
parpadear y respondió:
No, hijo,
no me gustan los perros porque comen, ensucian, lo dejan todo lleno de pelos y
ladran.
Muy triste,
Xai le pidió el favor a su mamá Bleda quien también se negó a su petición,
moviendo la cabeza y cerrando sus tres ojos. Luego, acudió a su abuelo Ynstein,
quien vivía en una cabaña de madera llena de raros inventos.
Abuelo,
Abuelo, ¡convence a mis padres que me dejen tener un perrito por favor! dijo
Xay, abrazando al anciano.