Las primeras civilizaciones
que surgieron sobre la tierra tuvieron que hallar la manera de dejar constancia
de determinados hechos con proyección aritmética, que se producían con
demasiada frecuencia y era demasiado complejo para poder ser conservados en la
memoria. Reyes y sacerdotes necesitaban calcular la repartición de tributos, y
registrar su cobro por uno u otro medio. La organización de los ejércitos
también requería un cálculo cuidadoso de las armas, pagas y raciones
alimenticias, así como de altas y bajas en sus filas.
Algunas sociedades que
carecían de escritura en sentido escrito utilizaron, sin embargo, registros
contables; es el caso de los Incas, que empleaba los quipus, agrupaciones de
nudos de distintas formas y colores ordenados a lo largo de un cordel, y cuya finalidad,
aún no desvelada totalmente era, sin duda, la de efectuar algún tipo de
registro numérico.