Acordarnos todos los días de rezar
Estar en gracia
Caer en la rutina, en el aburrimiento, en la ingratitud para con Dios
Dar testimonio de nuestra fe y amor a Él
Pensar muy poco en Él, incluso olvidándome de Él
Obedecer y aceptar lo que nos enseñan el Papa, los obispos y los sacerdotes
Dudar de Él y dejar de confiar en Él
Alabar, admirar y agradecer todo lo que Él ha creado para nosotros
Abandonar la fe cristiana
Negar o rechazar la existencia de Dios
Creer y confiar en Él y amarle
Rechazar lo que enseña el Santo Padre, el Papa, o la Madre Iglesia