La fiera puso la pata en la ventana. Los cabritos vieron que era blanca, y creyendo en sus palabras, abrieron la puerta.
Durante la noche, los niños intentaron retomar el camino a casa, pero cada vez se alejaban más. Los niños deambularon sin rumbo fijo por el bosque cuando de repente Hansel exclamó: -¡Mira Gretel, una casa!
-Tendré cuidado mama, respondió la niña y se fue contenta. Una vez en el bosque, se olvido del consejo de su madre y se detuvo a recoger flores. En ese momento, detrás de un árbol apareció el lobo feroz.