Se despidió la mamá cabra con un balido y, confiada, emprendió su camino.
La madre y los siete cabritos bailaron una ronda horas y horas hasta que se hizo de noche y todavía seguían bailando,
Entonces el lobo fue a un almacén y se tomó seis cucharadas de rica miel para suavizarse la voz y volvió a la casita. Llamó nuevamente a la puerta.
¡Qué terror sintieron los siete cabritos! Buscaron apurados un escondite.