Se produce a partir del azúcar presente en la leche que es transformado en ácido láctico principalmente por las bacterias del ácido láctico, aunque también utilizamos levaduras en determinadas elaboraciones.
Después de aplastar la uva, obtenemos el mosto, un líquido ácido que contiene entre un 10 y un 25 % de azúcares. De la fermentación por parte de microorganismos de estos azúcares, principalmente glucosa y fructosa, se originan CO2 y alcohol etílico.
La producción de las primeras vacunas, cuando se utilizaban los microorganismos causantes de la enfermedad inactivados, comportaba ciertos riesgos derivados del cultivo masivo de patógenos y de la inoculación en las personas o animales que había que inmunizar.
La utilización de microorganismos en las técnicas biotecnológicas sanitarias es uno de los campos de aplicación más amplio y estudiado.
La harina contiene almidón que al hidrolizarse libera azúcares fermentables por levaduras. Dicha fermentación produce CO2 provocando que el pan se hinche y se vuelva, así, más esponjoso.
En presencia de oxígeno, las bacterias del ácido acético oxidan el alcohol presente en el vino o la cerveza dando lugar a ácido acético (vinagre).
Hormonas como la insulina, para tratar la diabetes, o la hormona del crecimiento, para tratar a niños con problemas en su desarrollo, se han producido mediante ingeniería genética.
El almidón presente en ciertos cereales se hidroliza a azúcares fermentables, como la maltosa y la glucosa, y a partir de estos azúcares, se realiza la fermentación alcohólica.