Caramelos balsámicos.
Aire acondicionado.
Alimentos picantes.
Carraspear la garganta.
Levantar la voz o gritar.
Hablar en un tono no muy alto.
Miel.
Alcohol.
Alimentos muy fríos.
Ropa ajustada al cuello.
Hablar despacio y con calma.
Descanso tras esfuerzo.
Respirar pausadamente.
Inhalar productos de limpieza.
Tabaco.
Alimentos muy calientes.
Cambios de temperatura.
Beber agua frecuentemente.