Créer une activité
Jouer Test
1. 
DEL DEBER DE LA DESOBEDIENCIA CIVIL (1849) Creo de todo corazón en el lema “El mejor gobierno es el que tiene que gobernar menos”, y me gustaría verlo hacerse efectivo más rápida y sistemáticamente. Bien llevado, finalmente resulta en algo en lo que también creo: “El mejor gobierno es el que no tiene que gobernar en absoluto”. Y cuando los pueblos estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tengan. En el me - jor de los casos, el gobierno no es más que una conveniencia, pero en su mayoría los gobiernos son inconvenientes y todos han resultado serlo en algún momento. Las objeciones que se han hecho a la existencia de un ejército permanente, que son varias y de peso, y que merecen mantenerse, pue - den también por fin esgrimirse en contra del gobierno. El ejército permanente es sólo el brazo del gobierno establecido. El gobierno en sí, que es únicamente el modo escogido por el pueblo para ejecutar su voluntad, está igualmente sujeto al abuso y la corrupción antes de que el pueblo pueda actuar a través suyo. Somos testigos de la actual guerra con México, obra de unos pocos individuos comparativamente, que utilizan como herramienta al gobierno actual; en principio, el pueblo no habría aprobado esta medida. Pero, para hablar en forma práctica y como ciudadano, a diferencia de aquellos que se llaman “anti - gobiernistas”, yo pido, no como “antigobiernista” sino como ciudadano, y de inmediato, un mejor go - bierno. Permítasele a cada individuo dar a conocer el tipo de gobierno que lo impulsaría a respetarlo y eso ya sería un paso ganado para obtener ese respeto. Después de todo, la razón práctica por la cual, una vez que el poder está en manos del pueblo, se le permite a una mayoría, y por un período largo de tiempo, regir, no es porque esa mayoría esté tal vez en lo correcto, ni porque le parezca justo a la minoría, sino porque físicamente son los más fuertes. Pero un gobierno en el que la mayoría rige en todos los casos no se puede basar en la justicia. No es deseable cultivar respeto por la ley más de por lo que es correcto. La única obligación a la que debo someterme es a la de hacer siempre lo que creo correcto. La ley nunca hizo al hombre un ápice más justo, y a causa del respeto por ella, aún el hombre bien dispuesto se convierte a diario en un agente de la injusticia. Henry David Thoreau Tomado y adaptado de: http://thoreau.eserver.org/spanishcivil.html. Consultado el 25 de enero de 2015. ¿Cuál de los siguientes es un ejemplo que menciona el autor para apoyar su posición frente a los Gobiernos?
A.
a. La guerra con México.
B.
b. Los abusos del ejército.
C.
c. La tiranía de las mayorías.
D.
d. La debilidad de las minorías.
2. 
● Las filosofías comienzan en filosofía y acaban en retórica. (59) ● De acuerdo con el aforismo “Los sistemas filosóficos difieren los unos de los otros menos en la manera de resolver que en la manera de escamotear los problemas”, la principal diferencia entre un sistema filosófico y otro consiste en la manera de La filosofía es actitud solitaria. La adhesión de cualquier muchedumbre a una doctrina la convierte en mitología. (110) ● Los sistemas filosóficos difieren los unos de los otros menos en la manera de resolver que en la manera de escamotear los problemas. (117) ● Los que se ocupan de filosofía no la tomarían tan en serio, si generalmente no vivieran de ella como profesión. (130) ● En filosofía lo que no sea fragmento es estafa. (162) Tomado de: Gómez Dávila, N.(1992). Sucesivos escolios a un texto implícito. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. De acuerdo con el aforismo “Los sistemas filosóficos difieren los unos de los otros menos en la manera de resolver que en la manera de escamotear los problemas”, la principal diferencia entre un sistema filosófico y otro consiste en la manera de
A.
a. plantear los problemas.
B.
b. resolver los problemas.
C.
c. esquivar los problemas.
D.
d. burlarse de los problemas.
3. 
Cuando inicié mi estudio sobre chimpancés salvajes en 1960, en el Centro de Investigaciones Gombe Stream, no era permitido, al menos no en los círculos de etología, hablar sobre la mente de los animales. Solo los humanos tienen mentes. Ni tampoco era del todo correcto hablar acerca de la personalidad de los animales. Por supuesto que todos sabían que ellos tienen sus caracteres únicos –todos los que alguna vez hubieran tenido un perro u otra mascota eran conscientes de ello. Pero los etólogos, luchando por hacer de la suya una ciencia ‘dura’, se mantuvieron alejados de la tarea de tratar de explicar esas cosas objetivamente. Un respetado etólogo, al mismo tiempo que reconocía que había una “variabilidad entre animales individuales”, escribió que era mejor que este hecho se “escondiera debajo de la alfombra”. Qué ingenua era. Como no había tenido una educación científica de pregrado, no me di cuenta de que en teoría los animales no debían tener personalidades, pensar o sentir emociones o dolor. No tenía idea de que hubiera sido más apropiado –una vez que llegara a conocerla o conocerlo– asignarle a cada uno de los chimpancés un número en lugar de un nombre. No me di cuenta de que no era científico discutir sobre el comportamiento en términos de motivación o propósito. No era respetable, en círculos científicos, hablar sobre la personalidad de los animales. Eso era algo que estaba reservado para los humanos. Tampoco tenían mente, así que no eran capaces de pensamiento racional. Y hablar acerca de sus emociones era sentirse culpable del peor tipo de antropomorfismo (atribuirles características humanas a los animales). En los comentarios editoriales al primer artículo que escribí con fines de publicación, se exigía que todo “él” o “ella” fuera reemplazado por “ello” y que todo “quien” fuera reemplazado por “que”. Enfurecida, taché uno a uno los “ello” y “que” y reescribí los pronombres originales. Dado que no me interesaba forjarme un nicho personal en el mundo de la ciencia, sino que simplemente quería vivir entre chimpancés y aprender sobre ellos, la posible reacción del editor de la muy ilustrada revista me era indiferente. El artículo, cuando finalmente fue publicado, les confirió a los chimpancés la dignidad de sus géneros correspondientes y correctamente los promovió del estatus de meras “cosas” a su existencia esencial. Tomado de: Goodall, Jane. “Aprendiendo de los chimpancés: un mensaje que los humanos pueden entender”. En: Science, diciembre, 1998: Vol. 282 no. 5397 pp. 2184-2185. Considere el siguiente enunciado: No me di cuenta de que no era científico discutir sobre el comportamiento en términos de motivación o propósito. ¿Qué prejuicio cuestiona la autora por medio del enunciado anterior?
A.
a.Los animales tienen mente y, por tanto, deben tratarse como seres con personalidades o emociones
B.
b. La etología es una ciencia “dura” que se esfuerza por mantener a raya las explicaciones subjetivas.
C.
c. Las explicaciones científicas sobre el comportamiento no deben tener en cuenta la intención al explicar la conducta
D.
d. La variabilidad entre animales individuales es un hecho contingente que la etología no debe considerar.
4. 
¿Cuál de los siguientes enunciados se contradice con la tesis central del texto?
A.
a. No todo se divide entre lo que depende y lo que no depende de nosotros.
B.
b. Alejarnos de alguien no depende de nosotros mismos.
C.
c. La mente de un filósofo funciona de la misma manera que su cuerpo
D.
d. El juicio y el deseo no dependen de nosotros.
5. 
A mucha gente le gusta ver en los cuadros lo que también le gustaría ver en la realidad. Se trata de una preferencia perfectamente comprensible. A todos nos atrae lo bello en la naturaleza y agradecemos a los artistas que lo recojan en sus obras. Esos mismos artistas no nos censurarían por nuestros gustos. Cuando el gran artista flamenco Rubens dibujó a su hijo, estaba orgulloso de sus agradables acciones y deseaba que también nosotros admiráramos al pequeño. Pero esta inclinación a los temas bonitos y atractivos puede convertirse en nociva si nos conduce a rechazar obras que representan asuntos menos agradables. El gran pintor alemán Alberto Durero seguramente dibujó a su madre con tanta devoción y cariño como Rubens a su hijo. Su verista estudio de la vejez y la decrepitud puede producirnos tan viva impresión que nos haga apartar los ojos de él y, sin embargo, si reaccionamos contra esta primera aversión, quedaremos recompensados con creces, pues el dibujo de Durero, en su tremenda sinceridad, es una gran obra. En efecto, de pronto descubrimos que la hermosura de un cuadro no reside realmente en la belleza de su tema. No sé si los golfillos que el pintor español Murillo se complacía en pintar eran estrictamente bellos o no, pero tal como fueron pintados por él, poseen desde luego gran encanto. RESPONDA LAS PREGUNTAS 26 A 28 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN Tomado de: Gombrich, E. H. (2003). La historia del arte. Madrid: Random House Mondadori. En el texto, el autor hace referencia a Rubens para mostrar que
A.
a. a todos nos atrae lo bello y por fortuna el arte lo recoge en la pintura.
B.
b. el público siempre exige que el artista refleje la realidad en los cuadros.
C.
c. algunos artistas plasman en sus obras lo que nos gusta ver en la realidad.
D.
d. la inclinación en el arte por los temas bonitos y atractivos es bastante nociva.
6. 
A mucha gente le gusta ver en los cuadros lo que también le gustaría ver en la realidad. Se trata de una preferencia perfectamente comprensible. A todos nos atrae lo bello en la naturaleza y agradecemos a los artistas que lo recojan en sus obras. Esos mismos artistas no nos censurarían por nuestros gustos. Cuando el gran artista flamenco Rubens dibujó a su hijo, estaba orgulloso de sus agradables acciones y deseaba que también nosotros admiráramos al pequeño. Pero esta inclinación a los temas bonitos y atractivos puede convertirse en nociva si nos conduce a rechazar obras que representan asuntos menos agradables. El gran pintor alemán Alberto Durero seguramente dibujó a su madre con tanta devoción y cariño como Rubens a su hijo. Su verista estudio de la vejez y la decrepitud puede producirnos tan viva impresión que nos haga apartar los ojos de él y, sin embargo, si reaccionamos contra esta primera aversión, quedaremos recompensados con creces, pues el dibujo de Durero, en su tremenda sinceridad, es una gran obra. En efecto, de pronto descubrimos que la hermosura de un cuadro no reside realmente en la belleza de su tema. No sé si los golfillos que el pintor español Murillo se complacía en pintar eran estrictamente bellos o no, pero tal como fueron pintados por él, poseen desde luego gran encanto. RESPONDA LAS PREGUNTAS 26 A 28 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN Tomado de: Gombrich, E. H. (2003). La historia del arte. Madrid: Random House Mondadori. ¿Cuál de los siguientes enunciados expresa un juicio de valor presente en el texto?
A.
a. Mientras Rubens dibujó la juventud, Durero dibujó la vejez.
B.
b. Los golfillos del pintor español Murillo tienen gran encanto.
C.
c. Rubens estaba orgulloso de su hijo y deseaba que lo admiráramos.
D.
d. Para el público, la hermosura de un cuadro reside en la belleza de su tema.
7. 
A mucha gente le gusta ver en los cuadros lo que también le gustaría ver en la realidad. Se trata de una preferencia perfectamente comprensible. A todos nos atrae lo bello en la naturaleza y agradecemos a los artistas que lo recojan en sus obras. Esos mismos artistas no nos censurarían por nuestros gustos. Cuando el gran artista flamenco Rubens dibujó a su hijo, estaba orgulloso de sus agradables acciones y deseaba que también nosotros admiráramos al pequeño. Pero esta inclinación a los temas bonitos y atractivos puede convertirse en nociva si nos conduce a rechazar obras que representan asuntos menos agradables. El gran pintor alemán Alberto Durero seguramente dibujó a su madre con tanta devoción y cariño como Rubens a su hijo. Su verista estudio de la vejez y la decrepitud puede producirnos tan viva impresión que nos haga apartar los ojos de él y, sin embargo, si reaccionamos contra esta primera aversión, quedaremos recompensados con creces, pues el dibujo de Durero, en su tremenda sinceridad, es una gran obra. En efecto, de pronto descubrimos que la hermosura de un cuadro no reside realmente en la belleza de su tema. No sé si los golfillos que el pintor español Murillo se complacía en pintar eran estrictamente bellos o no, pero tal como fueron pintados por él, poseen desde luego gran encanto. ¿Cuál de los siguientes títulos podría ser el más adecuado para el texto anterior?
A.
a. En defensa del mal gusto en el arte.
B.
b. El arte como modelo de la realidad
C.
c. La representación de la belleza en el arte.
D.
d. Rubens, Durero y Murillo: el arte de la pintura