1.
Mi abuela Engracia es una mujer muy sabia, siempre nos da consejos y algunas veces también nos regaña si estamos muy inquietos. Todas las vacaciones vamos a su casa. Si es verano llueve frecuentemente por las tardes y todo su patio se moja. Ella nos quiere mantener dentro de la casa y evitar que nos empapemos, así que nos llama a sentarnos alrededor de ella para escuchar sus historias, que me parecen fantásticas. A veces nos da chocolate caliente y nos acurrucamos unos con otros. Me causa mucha risa algunas cosas que dice. No entendía bien los enredos que hacía a veces con sus palabras, hasta que un día le pregunte por qué nombraba algunas cosas para referirse a otras. Ella me dijo que a su palabrería se le llamaba refrán, y que le aparecía en su boca cada vez que hacíamos travesuras, ya que los refranes siempre nos recuerdan alguna moraleja o consejo. ¿Moraleja?, ¿consejo? Recordé que el maestro de español utilizó estas palabras cuando nos habló del lenguaje figurado, y entendí que los refranes tienen mucho que ver con ello.