Solo hay que pedir a cada uno lo que cada uno puede dar.
Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz.
Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.
Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.
Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan).
Eres responsable para siempre de lo que has domesticado.
Eres el dueño de tu vida y tus emociones, nunca lo olvides. Para bien y para mal.
Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.
Lo esencial es invisible a los ojos.
Te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos.
No se debe nunca escuchar a las flores. Solo se las debe contemplar y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello.
Solo debemos esperar de los otros lo que ellos son capaces de hacer, no lo que nosotros deseamos.
El verdadero valor de las cosas se ve con el corazón. Hay que saber ver más allá de lo evidente.
En muchas ocasiones no nos damos cuenta de lo afortunados que somos por tener algo hasta que al final lo perdemos.
Nunca hay que perder el niño que llevamos dentro.
Las relaciones y los afectos se cultivan con el tiempo. Es muy importante ser constantes en nuestras relaciones, sean de amistad o de amor.
Cuando se ha cultivado una relación, de amistad o de amor con otra persona, esto nos convierte en corresponsables del progreso de esa relación. No podemos abandonarla así como así.
Debemos saber utilizar las palabras cuidadosamente, si no queremos herir o confundir a los demás.
La amistad nos produce felicidad. Siempre deseamos estar con nuestros amigos aunque no estemos con ellos.
Luchar por nuestros sueños es algo que todos debemos hacer, buscar nuestra propia felicidad.
Debemos saber adaptarnos a los contratiempos y los giros inesperados que da la vida.
Somo responsables de lo que nos sucede, de nuestros aciertos y de nuestras equivocaciones.