Las personas bajo el poder del Imperio creían en muchos dioses y tenían costumbres paganas y egoístas.
Los cristianos vivían de manera contraria a las costumbres paganas.
No obligaban a nadie a creer en Dios.
Acogían al forastero y atendían a los mendigos.
Si eran maltratados, lo soportaban con paciencia y valor.
Daban testimonio de la existencia de Dios, amando al prójimo y haciendo los mismos signos y prodigios de Jesús.
El Imperio Romano gobernaba casi todo el mundo conocido hasta entonces.
Eran cordiales con todos sin importar su raza o su religión.
Ayudaban a todos los que sufrían.
Los romanos perseguían a los cristianos
Los cristianos tenían que esconderse en casas y cuevas.