El Concilio Vaticano II establece este principio fundamental:
La misión define la razón de ser del apóstol porque:
María se presenta como modelo del apóstol por:
Se puede afirmar que la espiritualidad cristiana es:
La misión que comenzó en Pentecostés estaba llamada a:
El ministerio que ejerce el apóstol en la Iglesia, y con ella le exige:
El Concilio Vaticano II contempla, entonces, las siguientes exigencias a los misioneros:
Imitando a María el apóstol es enviado a:
El Concilio Vaticano II se ha preocupado de:
Ad gentes 9 expresa que:
La actividad misionera de la Iglesia es la manifestación, es la epifanía y es la realización del Plan de Dios en el mundo y en la historia del hombre.
Prolongarse en el tiempo y en el espacio por medio de una acción evangelizadora.
El mismo ejercicio, o el desarrollo en la vida de cada cristiano y en toda la Iglesia de la fe, de la esperanza y de la caridad.
“La fuente y el origen de todo apostolado de la Iglesia es Cristo, enviado del Padre” (Apostolicam Actuositatem, 4).
Su actitud de escucha, de acogida ante la palabra de Dios.
Jesús llama para una misión concreta con unas características que definen esta llamada.
Renovación interior; formación permanente y Ad gentes; espiritualidad y formación–humano cristiana; espiritualidad y formación doctrinal; espiritualidad y formación comunitaria; espiritualidad y formación pastoral.
Vivir en plenitud e intimidad con Jesucristo.
Esforzarse por adquirir cada día una sólida espiritualidad de acuerdo con el llamado y enviado de Dios, para anunciar la buena nueva a todas las gentes.
Estudiar la problemática de la misión en el mundo actual, intentando con ello descifrar el origen, la razón de ser y la necesidad de la misión.
