La derrota más dolorosa para el ejército napoleónico ocurrió en Rusia, un país que intentaron ocupar en 1812 después de que el zar ruso no obedeciera el bloqueo continental y comenzara a comerciar con Inglaterra. La ciudad de Moscú puso en práctica la estrategia de la tierra quemada. Un poco antes de que los franceses invadieran esta ciudad, la desalojaron por completo y provocaron un incendio intencionadamente. Así, a la llegada de los franceses no había nada de alimento ni de abrigo para descansar y reponer fuerzas. En su retirada hacia Francia, en pleno invierno, el frío, el hambre y algunos ataques rusos esporádicos por la retaguardia causaron la muerte a miles de franceses. Al poco tiempo, en el otro lado del Imperio Napoleónico, los españoles, con la ayuda de Inglaterra, consiguieron derrotar a José I. Los franceses tuvieron que abandonar la Península Ibérica.