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Jouer Relier Colonnes

Hace principal referencia al poder político de Rosas, que se muestra como una fidelidad incondicional por parte de las clases más bajas. Es una situación de la caudillismo y adoración al líder.

Exaltación de los valores populares y nacionales.

Esteban Echeverría

El sentimiento religioso, y Dios, que está asociado al hombre y a su entorno;

Tiene un fuerte color local, con descripciones y personajes típicamente porteños.

Hay una fuerte presencia de los sentimientos por sobre la razón. Es un cuento muy intenso con personajes muy pasionales y brutos, locos.

osé Esteban Echeverría Espinosa (Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata; 2 de septiembre de 1805 - Montevideo, Uruguay; 19 de enero de 1851) fue un escritor y poeta argentino, que introdujo el romanticismo en su país. Perteneciente a la denominada Generación del 37, es autor de obras como Dogma socialista, La cautiva y El matadero, entre otras.

A todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo patriota ilustrado amigo de las luces y de la libertad; y por el suceso anterior puede verse a las claras que el foco de la federación estaba en el Matadero.

Es el día del juicio, decían, el fin del mundo está por venir. La cólera divina rebosando se derrama en inundación. ¡Ay de vosotros pecadores! ¡Ay de vosotros unitarios impíos que os mofáis de la iglesia, de los santos, y no escucháis con veneración la palabra de los ungidos del Señor! ¡Ay de vosotros si no imploráis misericordia al pie de los altares!

hí se mete el sebo en las tetas, la tía -gritaba uno. -Aquel lo escondió en el alzapón -replicaba la negra. -¡Che!, negra bruja, salí de aquí antes que te pegue un tajo -exclamaba el carnicero. -¿Qué le hago ño, Juan?, ¡no sea malo! Yo no quiero sino la panza y las tripas. -Son para esa bruja: a la m… -¡A la bruja! ¡a la bruja! -repitieron los muchachos-: ¡se lleva la riñonada y el tongorí! -y cayeron sobre su cabeza sendos cuajos de sangre y tremendas pelotas de barro.

La ciudad circunvalada del Norte al Este por una cintura de agua y barro, y al Sud por un piélago blanquecino en cuya superficie flotaban a la ventura algunos barquichuelos y negreaban las chimeneas y las copas de los árboles, echaba desde sus torres y barrancas atónitas miradas al horizonte como implorando misericordia al Altísimo. Parecía el amago de un nuevo diluvio. Los beatos y beatas gimoteaban haciendo novenarios y continuas plegarias.

Chica, pero gorda -exclamaban.- ¡Viva la Federación! ¡Viva el Restaurador!