Por medio de este sacramento se perdona el pecado original; se recibe la gracia para ser santos; se participa del sacerdocio de Cristo. Quien recibe este sacramento, pertenece para siempre a Cristo y queda marcado con su sello.
El efecto de este sacramento es la especial efusión del Espíritu Santo, como sucedió en Pentecostés. Se crece en la gracia recibida en el Bautismo; se une más fuertemente a Cristo y a su Iglesia; fortalece en el alma los dones del Espíritu Santo; concede una fuerza especial para dar testimonio de la fe cristiana.
Sacramento instituido el Jueves Santo, mientras Jesucristo celebraba con sus Apóstoles la Última Cena. Es fuente y cumbre de la vida cristiana.
El Ministro que administra este Sacramento es el Obispo.
Con este sacramento recibimos al mismo Cristo, por lo que el alma se llena de gracia.