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Jouer Mots Croisés
1 “Estábamos al aire. Había llegado mi turno de opinar sobre la tragedia. Y en vivo y en directo, en plena transmisión radial, se me morían todas las palabras entre la garganta. Eran las 5:09 p.m. del miércoles 22 de junio en el Mundial de fútbol de 1994. Minuto 33 del primer tiempo del partido nefasto que Colombia jugaba contra los Estados Unidos. En las pantallas gigantes del estadio en donde sucedía el encuentro, el Rose Bowl de Los Ángeles, se repetía por segunda vez la jugada de pesadilla que acababa de ocurrir: ese horrendo autogol”.
2 “Una noche/una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas, Una noche/en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,/a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,/muda y pálida/como si un presentimiento de amarguras infinitas,/hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,/por la senda que atraviesa la llanura florecida/caminabas,/y la luna llena...”
3 “He oído contar en casa que este refresco fue de lo sonado, de lo grande. Asistieron cincuenta personas de lo más escogido que había en la ciudad: Nariño, Baraya, Torres, Madrid y otros personajes por el estilo. Nariño estaba en vísperas de marchar al Sur con su valiente ejército; y la marquesa de San Jorge quería darle por despedida, lo que se llamaba entonces un refresco, es decir, una taza de chocolate”.
4 A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador a conmemoración de Su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado; los Indios la llaman Guanahaní; a la segunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción; a la tercera Fernandina; a la cuarta la Isabela; a la quinta la isla Juana, y así a cada una nombre nuevo”.
5 “Bajo el nombre de Dorado, si atendemos al sentido en que las comarcas americanas se toma, es conocido un país más rico que cualquiera otro descubierto en el Nuevo Reino. No se pueden comparar (así piensan los viajeros) ni el célebre Potosí ni el Chocó, ni las minas de Méjico, ni tantos otros lugares de donde se sacan tan preciosos tesoros, sin encontrar nunca el fin”.
6 “Cuando Tránsito estuvo en edad de servir, a los quince años, su madre la condujo a la ciudad para colocarla en alguna casa. No sólo dejaría de ser gravosa para su familia, de labriegos humildes, sino que ayudaría con su salario a reparar las pérdidas que las heladas o el verano causaban en la pequeña sementera de dos hectáreas”.
7 “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. García Márquez.
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