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Los griegos fueron un pueblo politeísta. Consideraban que sus dioses eran personificaciones antropomórficas inmortales, poseedores de virtudes y debilidades, los cuales vivían en el monte Olimpo y allí realizaban reuniones animadas por música, comida y bebida. Entre dioses y hombres había una permanente relación, que ocasionalmente se manifestaba en relaciones sexuales de las que nacían los héroes o semidioses. Dentro de las deidades que adoraban estaban: Zeus, el padre de todas las divinidades; Apolo, dios de la poesía y la música; Atenea, diosa de la sabiduría y las artes; Dionisio, de la alegría y del vino, entre otras. A partir de estas creencias religiosas de los griegos se deduce principalmente que