En el desierto del Sinaí, los israelitas empezaron a portarse mal y a adorar a falsos dioses. Entonces, Dios llamó a Moisés al monte Sinaí. Allí le entregó los Diez Mandamientos e hizo una alianza con él.
Moisés, con la ayuda de Dios, liberó a los israelitas y los sacó de Egipto. Al llegar al Mar Rojo, perseguidos por el ejército del faraón, Dios los ayudó de nuevo. Las aguas del mar se abrieron y lo cruzaron.
Por esta alianza, Dios cuidaría a su pueblo y este cumpliría los Diez Mandamientos. Moisés enseñó a los israelitas a cumplir los Diez Mandamientos para vivir felices y alcanzar la salvación.
Moisés fue educado como un príncipe. Un día, vio que los israelitas vivían como esclavos y eran maltratados. Se llenó de tristeza y escuchó la llamada de Dios. Dios le pidió que le ayudara a liberar a su pueblo.
Cuando Moisés nació, el faraón mandó matar a los israelitas recién nacidos. Para salvarlo, su madre lo escondió en una cesta a la orilla del Nilo. La hija del faraón lo descubrió y lo crió como a su hijo.
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