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Entendemos por ''valor" una xxxxxxxxxx concreta portadora un bien específico, en virtud del cual esa realidad se convierte en deseable.
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Es el "bien" supremo del que reciben su carácter de "bienes" todos los demás con pretensiones de serlo. Es el "bien moral específico" que andábamos buscando para que fuera posible la constitución de "valores morales". Es el criterio que establece la "deseabilidad" y la "preferencia" de nuestros fines, acciones y prácticas desde el punto de vista moral. Ese bien supremo se expresa, despliega y concreta en una serie de bienes. En este sentido, son "bienes" la libertad, la calidad de vida biológica y espiritual, por tanto, la salud, la educación, la cultura, así como la solidaridad, el respeto al otro, la amistad, el afecto, la ciudadanía en cuanto que se propone proteger todos los bienes de la comunidad y mejorar su presente, la justicia entendida como bien común que distribuye de forma equitativa y atenta a las diferencias los beneficios y cargas sociales, etc.
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XXXXXXXX DE HECHO. enunciados de tipo "descriptivo", en los que habitualmente se atribuye una propiedad o un conjunto de ellas a una cosa, como cuando hemos atribuido al agua la propiedad de hervir a 100 grados. Estos enunciados son capaces de una doble cualificación: de "verdad" o "falsedad". La FORMA general en la que quedan comprendidos es la siguiente: "A es/no es B". En donde A es la determinada realidad a la que se atribuye la característica B.
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Juicios de xxxxxxx. Éstos, a diferencia de los anteriores, no son descriptivos, sino prescriptivos, imperativos, es decir, mandan, prescriben, ordenan la acción. Así pues, los juicios de hecho están orientados al conocer, son teóricos; los juicios de xxxxxxx están orientados a la acción, son prácticos. La cualificación de estos últimos es asimismo doble; no la de verdad/falsedad como en los juicios de hecho, sino la de corrección/incorrección o equivalentes: no es adecuado decir que "la pena de muerte es falsa", sino que "es incorrecta (desde el punto de vista moral)".
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toda aquellas realidad objetiva, es decir, realmente existente, que en lo que es no depende de la voluntad o el deseo del sujeto cognoscente, sino de lo que ella es en sí misma. Son susceptibles de ser conocidos por dicho sujeto, ofreciéndose a éste en último término, directa o indirectamente, a través de la verificación empírica, que puede ser muy variada: no es lo mismo la verificación que se establece en un laboratorio para descubrir las propiedades de una sustancia, que la estadística obtenida a través de un cuestionario. Por tanto, la comprobación o contrastación empírica se convierte en el único criterio.
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En general, es todo aquello que nos apetece
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Aquello que nos mueve a evitarlo.
