Novela de Ajedrez

Oswald Wiener

Arthur Schnitzler.

Stefan Zweig.

Alfred Polgar.

Relatando una partida de ajedrez que se desarrolló en Viena durante la Segunda Guerra Mundial.

Relatando el inicio de una partida entre el campeón del mundo y otro, en Estados Unidos.

Relatando el inicio de una partida de ajedrez en un hotel de Viena.

Relatando el inicio de una partida durante una viaje en barco de Nueva York a Buenos Aires.

El propio autor real del texto, en relato autobiográfico.

En tercera persona, un ex oficial nazi que conoció a los personajes.

En primera persona, un periodista del que nunca llegamos a saber el nombre, que viaja con su esposa.

En segunda persona, un tal señor B., que ganó múltiples partidas de ajedrez, y nos relata su vida.

McConnor.

Kutuzow.

Czentovic.

Fabio Cunctator.

Estaba jugando contra el médico del pueblo.

Estaba jugando contra el sargento de la gendarmería.

Estaba jugando contra el Alcalde.

Estaba jugando contra otro cura.

Que jugó una partida, ganándola en pocos movimientos.

Que jugó contra otros del pueblo, perdiendo la primera partida, empatando la segunda y ganando después todas las restantes.

Que jugó contra otros del pueblo, perdiendo la primera partida y ganando todas las restantes.

Que cuando se puso a jugar, le entró miedo y no se atrevió a jugar, por lo que tuvieron que regresar al pueblo.

Un día nada más, teniendo un gran éxito, ya que acabó ganando a todos, incluso jugando "partidas simultáneas".

Una semana, en la que fue ganando a todos sus rivales, dejando a todos sorprendidos.

Permaneció durante todo un mes, asombrado a los del pueblo, que no le dejaban marcharse.

Tres días nada más, porque el sacerdote debía seguir con sus faenas "piadosas".

El cura de su pueblo, que es quien le ha venido formando y cuidando desde pequeñito.

Un agente que se dedicaba a contratar cantantes de cabaret, y que estaba allí en esos momentos.

El barbero del pueblo, que se ofreció a cuidarlo a cambio de una pensión sustanciosa.

El propio conde, convirtiéndose así el "campeón del mundo" en su pupilo.

Un señor austriaco, del que no sabemos nada al principio, misterioso e instruido, pero que se convertirá en un personaje importante en la novela.

Un noble acaudalado, al que le gusta el ajedrez, y que llegará a pagar las partidas futuras que juegue el "campeón de ajedrez".

Un periodista ocasional que conseguirá hacer una entrevista al "campeón del mundo", y por la cual se hará famoso.

Un ingeniero de minas escocés que había ganado una gran fortuna perforando el suelo de California.

Con dieciocho años.

Con veinte años.

Con veintitrés años

Con diecinueve años.

Una vida de lujo, viajando constantemente, alojándose en grandes hoteles y ganando mucho dinero.

Cada día mejor, ascendiendo rápidamente en la escala social,” llegando a ser muy apreciado y respetado por las clases más adineradas”.

Cada día peor, pues se dio a la bebida, aun ganando en una semana "más que todo su pueblo en un año", y aunque estaba al principio en grandes hoteles, acabó durmiendo en la calle.

Una vida mezquina y avara, viajando mucho, alojándose en hoteles baratos y jugando en clubes pobres.

De Czentovic.

De Schuschnigg.

Del llamado "doctor B".

De Dollfuss

Pocas horas, pues era el "campeón del mundo" ávido en su propósito de ganar partidas.

Tres días, gracias a que un tal McConnor paga la celebración de una partida.

Al día siguiente, tras ver lo mal que jugaba su contrincante, un tal McGraw, que le había ganado enseguida.

Dos días, celebrándose una partida simultánea entre varios jugadores, gracias a la colecta que recaudó un tal McCarthur.

Como una persona tímida y callada, de "lógica fría y tenaz", experto en "la técnica a ciegas", que logrará llegar a ser campeón del mundo de ajedrez.

Como el hijo de un remero del Danubio, charlatán y borracho, que fue rescatado por un cura un día que estuvo a punto de ahogarse, bajo cuya influencia alcanzará ser un buen ajedrecista.

Como un noble, escurridizo y huraño chico, de modales y carácter antipático, que quiere llegar a ser campeón del mundo de ajedrez.

Como una persona torpe, apática, inculta, "incapaz de escribir una frase sin faltas de ortografía", pero con un gran talento para el ajedrez, en cuyo mundo pronto destacó .

Tenía un bufete de abogados que se aplicaba en atender la administración de bienes de la iglesia y de la familia imperial.

Tenía un bufete de abogados que se esmeraba en comprar cuadros de artistas famosos para luego venderlos a aristócratas caprichosos.

Tenía un bufete de abogados, para atender a los más necesitados en la época nazi, fundamentalmente judíos.

Eran todos médicos, desde hacía generaciones, destacando su tío, que lo era del emperador, y su padre, que lo era del cardenal.

"Un movimiento convulsivo de la comisura izquierda de su boca" que "se repetía a intervalos bastante regulares de algunos minutos".

"Un movimiento constante de la mano izquierda", que "golpeaba rítmicamente la pierna".

"Solía mover la pierna, como un redoblar de tambores, cada vez que estaba sentado".

"Un tembleque en su mano izquierda, constante", pero bien "disimulado por el gabán que solía llevar".

A uno que existía en el pueblo de Czentovic, donde entablaron amistad; de ahí que nos diga, en cierto momento, que se conocían "de hacía muchos y difíciles años".

A uno en el que solían exterminar diariamente a cientos de judíos.

A Treblinka, donde solían exterminar diariamente no sólo a cientos de judíos, sino a disidentes políticos como él.

No le llevaron a ninguno, sino a un hotel, donde le trataron, según su condición, de manera especial.

No le llevaron a ninguno, sino al cuartel general de la Gestapo, donde bajo presión y tortura, finalmente les dio a sus torturadores todos los detalles de sus papeles.

De papel, lápiz y libros, lo que "venturosamente" le reconfortó mucho y le hizo más soportable el encierro.

De papel, lápiz y libros, pero no de tabaco, lo que le creó mucha ansiedad.

De nada, pues le encerraron en un manicomio "más cercano a los del pasado siglo que a los actuales tiempos", pero le daban cigarrillos, para intentar doblegarle en su ansiedad.

De nada, ni de papel, ni de lápiz, ni de libros, ni de cigarrillos. Ni siquiera de poder llegar a saber si era de día o de noche.

Una emisora de radio, que le facilitó poder comunicarse con el exterior y saber qué día era, cómo iba avanzando la guerra, etc.

Un compendio de ajedrez con 150 partidas de campeones.

Un libro de ajedrez, donde se enseñaban los movimientos básicos y cómo se había originado este juego en la antigua India.

Un periódico, donde se relataban y analizaban doce partidas de ajedrez del "campeón del mundo".

Un ajedrez, con migas de pan, usando como tablero las baldosas del suelo.

Un ajedrez, con huesecitos que fue tallando, usando como tablero una sábana de la cama que era de cuadritos.

Un ajedrez, con migas de pan, usando como tablero un cubrecama a cuadros.

Un ajedrez, con huesecitos tallados, usando como tablero un cuadro de Escher, que había allí colgado, titulado 'El tablero metamorfoseado' .

Juego a ciegas.

Juego mental.

Juego especulativo.

Juego simulado.

Por los inagotables interrogatorios mentales de la Gestapo.

Porque, tras tener que jugar "amigablemente" una y mil veces al ajedrez contra el guarda, que día tras día, le estaba pegando, le creaba una enorme ansiedad.

Porque, tras jugar al ajedrez consigo mismo e imaginarse las partidas mentalmente, su cerebro sólo veía combinaciones de jugadas, una tras otra.

Porque, tras inyectarle la Gestapo un fármaco que le hacía ver alucinaciones, no paraba de jugar mentalmente al ajedrez.

Tras lanzarse, febrilmente loco, contra una ventana, y cortarse la mano.

Tras una gran paliza que le dará el guarda, dejándole medio muerto.

Tras abalanzarse hacia su interrogador, propinándole éste una gran paliza, pareciendo "una sábana mecida por el viento".

Tras cortarse las venas, hastiado de su situación, en un arrebato de valentía final.

Porque quiere comprobar si todavía recuerda las estrategias de ajedrez que aprendió durante su encierro por la Gestapo.

Porque quiere comprobar si lo que hacía en su encierro con la Gestapo era jugar realmente o era locura.

Porque, arruinado como estaba, quiere comprobar si es capaz de ganar dinero como el "campeón de ajedrez" jugando partidas por todo el mundo.

Porque quería probarle a su mujer que él era mejor que el "campeón de ajedrez", pues ésta, en una discusión, le dijo que era "un inútil sin remedo, que encima no tenía donde caerse muerto", que más le hubiera valido "casarse con alguien como ése, que se gana la vida con su cerebro".

Sólo una, tal y como anticipó, porque encima ganó.

Dos, pues quedaron tablas en la primera, y le pudo más el orgullo. En la segunda, ganó.

Dos, ganando la primera el "doctor B.", pero perdiendo la segunda, al empezar nuevamente a volverse loco.

Toda la noche estuvo jugando, perdiendo una tras otra partida el "campeón de ajedrez", que sorprendido y admirado no quería darse por evncido.