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A
Todo en ella encantaba, todo en ella atraía, su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
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B
Porque son, niña, tus ojos verdes como el mar, te quejas; verdes los tienen las náyades...
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C
Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso que recibe prestado...
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D
Cuando llegues a amar, si no has amado, sabrás que en este mundo es el dolor más grande y más profundo ser a un tiempo feliz y desgraciado. Corolario: el amor es un abismo de luz y sombra, poesía y prosa, y en donde se hace la más cara cosa que es reír y llorar a un tiempo mismo. Lo peor, lo más terrible, es que vivir sin él es imposible.
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E
I Reclinado sobre el suelo Con lenta amarga agonía, Pensando en el triste día Que pronto amanecerá, En silencio gime el reo Y el fatal momento espera En que el sol por vez postrera En su frente lucirá. Un altar y un crucifijo, Y la enlutada capilla Lánguida vela amarilla Tiñe en su luz funeral, Y junto al mísero reo, Medio encubierto el semblante, Se oye al fraile agonizante En son confuso rezar.
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F
¡Qué descansada vida la del que huye del mundanal rüido, y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido...
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G
A las cinco de la tarde. Eran a las cinco en punto de la tarde.Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde.
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H
Altazor ¿por qué perdiste tu primera serenidad? ¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu sonrisa Con la espada en la mano? ¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus ojos como el adorno de un dios? ¿Por qué un día de repente sentiste el terror de ser? Y esa voz que te gritó vives y no te ves vivir ¿Quién hizo converger tus pensamientos al cruce de todos los vientos del dolor? Se rompió el diamante de tus sueños en un mar de estupor Estás perdido Altazor Solo en medio del universo Solo como una nota que florece en las alturas del vacío No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza ¿En dónde estás Altazor?
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I
¿Que es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen. Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen. Mi amante besóme las manos, y en ellas, ¡Oh gracia!, brotaron rosas como estrellas. Y voy por la senda voceando el encanto Y de dicha alterno sonrisa con llanto Y bajo el milagro de mi encantamiento Se aroman de rosas las alas del viento.
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J
Eres la rosa ideal que fue la princesa-rosa, en la querella amorosa de un menestral provenzal. Si tú sus trovas quisieras, llegarían, como un ruego, los serventesios de fuego en armoniosas hogueras.
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K
¡Ten compasión, piedad, amor! ¡Amor, piedad! Piadoso amor que no nos hace sufrir sin fin, amor de un solo pensamiento, que no divagas, que eres puro, sin máscaras, sin una mancha. Permíteme tenerte entero… ¡Sé todo, todo mío! Esa forma, esa gracia, ese pequeño placer del amor que es tu beso… esas manos, esos ojos
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L
Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello...
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M
Cabe la vida entera en un soneto empezado con lánguido descuido, y apenas iniciado ha transcurrido la infancia, imagen del primer cuarteto. Llega la juventud con el secreto de la vida, que pasa inadvertido, y que se va también, que ya se ha ido, antes de entrar en el primer terceto.
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N
Hay tanto amor en mi alma que no queda ni el rincón más estrecho para el odio. ¿Dónde quieres que ponga los rencores que tus vilezas engendrar podrían? Impasible no soy: todo lo siento, lo sufro todo…Pero como el niño a quien hacen llorar, en cuanto mira un juguete delante de sus ojos se consuela, sonríe, y las ávidas manos tiende hacia él sin recordar la pena, así yo, ante el divino panorama
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O
Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra. He dicho «silencio», «sombra», «vacío» etcétera. Digo «del hombre y su justicia», «océano pacífico», lo que me dejan. Pido la paz y la palabra.
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P
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos sete hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.
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Q
Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera; mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa.
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R
I Si te dicen que voy envejeciendo porque me da fatiga la lectura o me cansa la pluma, o tengo hartura de las filosofías que no entiendo; si otro juzga que cobro el dividendo del tesoro invertido, y asegura que vivo de mi propia sinecura y sólo de mis hábitos dependo,
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S
" hombres necios, que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis.
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T
Dejad las hebras de oro ensortijado que el ánima me tienen enlazada, y volved a la nieve no pisada lo blanco de esas rosas matizado. Dejad las perlas y el coral preciado de que esa boca está tan adornada, y al cielo, de quien sois tan envidiada, volved los soles que le habéis robado. La gracia y discreción que muestra ha sido del gran saber del celestial Maestro, volvédselo a la angélica natura; y todo aquesto así restituido, veréis que lo que os queda es propio vuestro: ser áspera, cruel, ingrata y dura.
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U
Cuando el alma recuerda la esperanza de que nutrió su juventud comprende que la vida es engaño y luego emprende soñar que fue lo que no fuera; avanza así con sus ensueños, mas no alcanza lo que esperó; soñando se defiende y llega al fin Aquella que nos prende con el lazo de la última membranza.
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V
Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas, Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla; No quieran destrozarlo tus manos cariñosas, Tus ojos regocije mi dádiva sencilla.
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W
Amor, no te culpo; la culpa fue mía, no hubiera yo sido de arcilla común habría escalado alturas más altas aún no alcanzadas, visto aire más lleno, y día más pleno. Desde mi locura de pasión gastada habría tañido más clara canción, encendido luz más luminosa, libertad más libre, luchado con malas cabezas de hidra.
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X
¡Qué prueba de la existencia habrá mayor que la suerte de estar viviendo sin verte y muriendo en tu presencia! Esta lúcida conciencia de amar a lo nunca visto y de esperar lo imprevisto; este caer sin llegar es la angustia de pensar que puesto que muero existo.
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Y
¿Quién soñó que la belleza pasa como un sueño Por estos labios rojos, con todo su triste orgullo, Tan tristes ya que ninguna maravilla pueden presagiar? Troya se nos fue con destello fúnebre y violento Y murieron los hijos de Utsna.
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Z
Celos tuve, mas, querida, de los celos me burlaba; antes en ellos hallaba sainetes para la vida; ya, sola y aborrecida, Tántalo en sus glorias soy; rabiando de sed estoy, ¡ay, qué penas! ¡ay, qué agravios!, pues con el agua a los labios, mayor tormento me doy.