Luego ya no vimos más que agua, agua y nubes, preciosa agua de color verde azulado.
Después de esperar más de una hora en el aeropuerto de Guayaquil, por fin el avión despegó.
¡Qué animales enormes!. Arrugadas, con sus casas a cuestas, caminando lento.
Piqueros de patas azules nos dejaban acercarnos a dos metros de distancia.
¡Qué hermosos pájaros!, los machos con el buche rojo inflado como globo.
Yo me imaginaba que eran pequeños dinosaurios. Nerviosas, a veces, volteaban sus cabezas.