El ogronte era lo más grande, lo más peloduo y lo más peligroso.
La gente del pueblo le preparaba tortas para el día de su cumpleaños.
Irulana tal vez era un poco chiquita, tal vez era muy valiente.
La cabeza del ogronte brillaba como la melena de un león inmenso
Irulana tenía miedo pero no huyó como el resto del pueblo.
Si estornudaba había que salir con botas y, a veces, con botes.