3.
LA CULTURA GLOBAL Todo mundo percibe a su alrededor que la cultura de la modernidad sirve para que todo se doblegue al nivel de una estéril uniformidad. De un extremo a otro del planeta se impone un estilo de vida parecido, expandido por los medias y prescrito machaconamente por la cultura de masas. De La Paz a Uagadugú, de Kioto a San Petersburgo, de Orán a Ámsterdam, las mismas películas, las mismas series televisadas, las mismas informaciones, las mismas canciones, los mismos eslóganes publicitarios, los mismos objetos, la misma ropa, los mismos coches, el mismo urbanismo, la misma arquitectura, el mismo tipo de apartamentos, con frecuencias amueblados de forma idéntica… En los barrios acomodados de las grandes ciudades del mundo el encanto de la diversidad cede ante la fulminante ofensiva de la estandarización, la homogeneización, la uniformización. Por todas partes triunfa la world culture, la cultura global. Instantaneidad, omnivisión y ubicuidad, antaño superpoderes de las divinidades del Olimpo, pertenecen ya al ser humano, que percibe cómo se ha reducido su mundo y cómo se ha convertido en exiguo el globo terrestre. Nunca en la historia de la humanidad las prácticas propias de una cultura concreta se impusieron como modelos universales tan rápidamente, modelos que son también políticos y económicos. ¿Es sorprendente que, como reacción a este fenómeno fantástico de nivelación, se multipliquen los arranques identitarios y las crispaciones tradicionalistas? PREGUNTA: El concepto de omnivisión, planteado por el autor, se refiera a: