Peregrinar a la Meca, la ciudad sagrada, al menos una vez en la vida.
No comer carne de cerdo ni beber bebidas alcohólicas.
No representar imágenes de Dios, de Mahoma, ni ninguna figura humana.
Creencia en el papel redentor de Jesucristo, puesto que fue enviado a la Tierra por Dios para que se sacrificara (Pasión de Cristo) y librar así a la humanidad del pecado original.
Creencia en la existencia de un solo dios (monoteísmo) con tres naturalezas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Santísima Trinidad).
Creencia en la existencia de un pecado original por la acción desobediente de Adán y Eva.
Creencia en la existencia de un Juicio Final que castigará a los pecadores cuando se produzca la segunda venida de Jesucristo, que se creía inminente.
Orar al menos 5 veces al día, arrodillado en dirección a La Meca. Dar limosna a los necesitados.
La dirección espiritual en cada ciudad era responsabilidad de un obispo.
Ayunar desde el amanecer hasta la puesta del sol, durante el mes del ramadán (noveno mes del año lunar árabe).
Creer en un solo dios, Alá, y en Mahoma, su profeta.
Creencia en la existencia de un alma inmortal.