CUARTETO
CUARTETA
SERVENTESIO
PAREADO
REDONDILLA
SERVENTESIO
Era un suspiro lánguido y sonoro/ la voz del mar aquella tarde...; el día,/ no queriendo morir, con garra de oro/ de los acantilados se prendía.
Había en una tierra un hombre labrador/ que usaba más la reja que no otra labor,/ más amaba a la tierra que a su creador,/ y era de todas formas hombre revolvedor
Caído se le ha un clavel/ hoy a la aurora del seno:/ ¡qué glorioso que está el heno/ porque ha caído sobre él!
¿Qué más consuelo queréis/ pues con la vida volvéis?
Y todo un coro infantil/ va cantando la lección:/ mil veces ciento, cien mil;/ mil veces mil, un millón.
Dolores, costurera de mi casa,/ añosa de mi casa, vieja amiga;/ era tu corazón crujiente miga/ de pan; eran tus ojos lenta brasa.