En relación a los cereales, el trigo es reemplazado por la cebada y el maíz.
Con respecto a los viñedos, éstos se encuentran mecanizados y adaptados al mercado más exigente (destacando los vinos blancos de calidad andaluces, los de Rueda, los de Galicia, y los tintos del Duero y de La Rioja).
Estos cultivos se localizan en las llanuras del litoral levantino; la Costa del Sol malagueño; el Maresme barcelonés; la costa onubense; las tierras de las vegas del Ebro, el Tajo y el Guadiana; y algunas áreas de Galicia y el Bierzo leonés.
Destacan especialmente la costa levantina (especializada en la citricultura y la horticultura), la costa andaluza (especializada en la agricultura bajo plásticos y suelos enarenados), y Castellón y Valencia (destacan por la producción de naranjas y mandarinas).
Los cultivos propios de esta agricultura son las frutas y hortalizas.
Destacan cultivos adicionales como el almendro, el girasol, la caña de azúcar, el azafrán, el algodón y el tabaco.
Constituyen espacios agrarios intensivos (agricultura intensiva) de buenas condiciones ecológicas y altos rendimientos económicos.
Atendiendo a los olivares, es notable la demanda de aceitunas vegetales de calidad en las campiñas de Jaén y Córdoba.
Constituyen espacios agrarios extensos (agricultura extensiva) centrados en la trilogía mediterránea (cereales, vides y olivos), destacando el interior de la Meseta Central.
Destacan los cultivos interiores de regadío, que constituyen espacios agrarios de transición entre el regadío costero y el secano meseteño (caracterizados por el peso de la remolacha, la patata y el cereal regado).
Los espacios de estos cultivos se caracterizan por su escasa pluviosidad, una integral térmica baja (más alta en las Depresiones del Ebro y del Guadalquivir), suelos pobres en materia orgánica y cultivos propios de la trilogía mediterránea (cereales, vides y olivos).