Los hombres son iguales por naturaleza. Para sobrevivir, los grupos humanos debieron hacer "contratos" para respetar la igualdad natural entre los hombres, pero sin perder la soberanía individual. La soberanía es del pueblo y por ello se debe tender a la democracia.
Los hombres tienen derechos sagrados como el de la propiedad, la vida y la libertad y los gobiernos que han creado deben tener como principal función cuidar que se respeten esos derechos.
En lo económico el interés de los individuos está por encima del Estado y del propio monarca. Así la riqueza de los individuos sumada será la riqueza de la nación, la que se conseguirá sólo a través del trabajo y sin ningún límite impuesto por el Estado.
El monarca no puede juzgar a su antojo, sin consultar. Cada hombre es libre de pensar según crea y de expresar esos pensamientos, inclusive en el plano religioso.
El estado no debe intervenir en la economía, la misma debe fluir sin trabas de ningún tipo.
El monarca no puede tener los tres poderes del Estado concentrados en una persona. Deben estar divididos y ser independientes entre si.
Quesnay
Voltaire
Locke
Adam Smith
Montesquieu
Rousseau