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Ser cristiano no significa estar libre de problemas, sino tener la paz y seguridad de Dios cuando estas cosas ocurren.

Efesios 4:2 ≪Sean humildes, amables y pacientes, y bríndense apoyo, por amor, los unos a los otros≫

Hay distintas maneras de demostrar buen trato y una de ellas es con las palabras.

Dios nos pide depositar toda nuestra confianza en Él, sin importar los momentos difíciles que pasemos, así como dice Hebreos 11:1 (TLA): ≪Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera.

Es imposible que alguien diga que es cristiano y no refleje amor. Esto en sí ya es una contradicción directa pues Dios es amor.

Ser amables implica demostrar un genuino interés por la otra persona.

Cuando eres cristiano, entiendes que tu lugar no está en la Tierra y que, por lo tanto, las cosas que aquí ocurren son pasajeras.

Dios nos ha dado la libertad para elegir entre el bien y el mal. Cada elección que hagamos tiene una consecuencia.

≪…que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo. Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros≫.

Cada aflicción, problema, tristeza, o preocupación es nada comparado con la eternidad que nos espera.

Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no se pueda ver≫. Dios sabe recompensar a quienes le tienen fe, pues, al hacerlo le estamos demostrando fidelidad.

≪Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo≫.

A diferencia de los animales, Dios nos entregó dominio propio para que aprendamos a controlar nuestros malos deseos. Quien necesite ayuda para gobernar sus impulsos, puede acudir a Dios para que Él le dé la fortaleza necesaria.

La Biblia no nos dice que amemos cuando el amor es recíproco o cuando la otra persona lo merece; sino que amemos a otros de la misma manera en que lo hacemos con nosotros mismos.

Efesios 4:29 nos advierte que debemos decir palabras que edifiquen a la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen. Debemos de tratar bien a otros, incluso cuando ellos no hacen lo mismo con nosotros.

Ser humilde es aceptar que sin Dios no podemos ser nada, y que, gracias a Él lo tenemos todo. Humildad no es sinónimo de baja autoestima ni pobreza, sino de dejar que Dios sea más importante que nuestro yo.