Apareció una mariquita roja que se ofreció a ayudar para saber lo que le pasaba a la niña. La mariquita roja le susurró algo al oído.
Los Cofán pidieron ayuda a los espíritus. Construyeron una cabaña cerca del río para Tae. Una mariposa y un murciélago acompañaban a Tae.
Pidieron ayuda al Jaguar, El jaguar pensó que la niña no quiere hablar porque no puede beber agua del río.
Tae era una niña alegre hasta que llegó el petróleo. El petróleo comenzó a matar a la selva y al río. Tae dejó de hablar.
Llamaron a la anaconda. La anaconda pensó que la niña estaba triste por no poder meterse al agua.
Llamaron al tucán. El tucán pensó que la niña estaba triste porque no podía ver su reflejo.
Tae abrió los ojos, y lloró. Las lágrimas de Tae limpiaron el agua del río.
La mariposa le preguntó a la niña, por tercera vez, si esa era la razón para estar triste. La niña por tercera ocasión empalideció aún más.
La mariposa le preguntó a la niña, por cuarta vez, si esa era la razón para estar triste. La niña se volvió casi transparente.
La mariposa, el murciélago, el jaguar, el tucán, el venado y la anaconda le preguntaron a la mariquita lo que le dijo a la niña. La marquita les contó que le dijo a la niña que la selva es suya para siempre y un día más y que debe cuidarla cuando quieran destruirla.
La mariposa le preguntó a la niña, por segunda vez, si esa era la razón para estar triste. La niña palideció aún más.
Llamaron al venado. El venado pensó que la niña estaba triste por el fétido olor del río.
El jaguar comprendió que eso significaba que siempre hay un mañana. La mariposa le explicó al murciélago que los humanos tienen algo llamado esperanza.
La mariposa le preguntó a la niña si esa era la razón para estar triste. La niña no dijo nada y palideció.
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