Advertencia sobre convenciones legales y uso de agrotóxicos en las inmediaciones de una escuela. Las autoridades de las mismas se ven obligadas a colocar estos carteles apelando a la solidaridad de dueños de campos cercanos, que difícilmente escuchan más allá de la publicidad y el beneficio económico de su propio bolsillo; más allá de las terribles consecuencias ambientales.
Aplicación de agrotóxicos desde una avioneta. Podría tratarse de herbicidas o plaguicidas. El problema principal de esta práctica es que el viento puede trasladar los venenos a cientos de metros del lugar donde son soltados.
Muchos trabajadores agropecuarios se encuentran en condiciones de precarización laboral. Se observa, puntualmente, que realizan aplicaciones de químicos peligrosos sin el uso de los elementos de seguridad y aislamiento apropiados (en la foto carecen de guantes, máscaras para el filtrado del aire o vestimenta impermeable). También son mayoría los que trabajan en negro: desprovistos de seguridad social y percibiendo salarios miserables.
En algunos casos las nubes resultantes de la aplicación de químicos tóxicos son aplicadas directamente sobre escuelas linderas a los campos o llevadas hasta allí rápidamente con ayuda de los vientos. Las consecuencias para la salud de los niños que pudieran encontrarse allí se expresan en síntomas inmediatos como: Intoxicaciones severas, sarpullidos, tos y dificultades respiratorias. A veces se producen desmayos y descompensaciones; por lo tanto en algunos casos se prefiere el uso de máscaras para filtrar el aire, dando como resultado imágenes que nos recuerdan a las guerras con armas químicas. Esto no es curioso, ya que algunos herbicidas descienden directamente del "agente naranja" utilizado por el ejército de los Estados Unidos para matar la vegetación de las espesas selvas de Viet Nam (donde su pueblo se escondía de los invasores americanos).
En algunas áreas las poblaciones afectadas por la utilización inconsciente de insumos tóxicos para la producción agropecuaria organizan encuentros de difusión pública y reclamo ante las autoridades. Muchas veces son acompañadas por miembros destacados de la cultura, espectáculos artísticos y representantes de organizaciones encargadas de aportar mayor información sobre estos temas. En general los productores agropecuarios están invitados para informarse de los peligros de sus prácticas que, muchas veces, desconocen o fingen desconocer.
Fabián Tomasi, un trabajador del campo argentino que fue uno de los primeros en denunciar (con su cuerpo deteriorado como testimonio) las consecuencias del uso de agrotóxicos; posando en un campo cada vez más similar al desierto. Murió el 7 de Setiembre de 2018 como resultado de múltiples complicaciones producidas por su contacto cotidiano con el veneno. Incluso los medios de comunicación tradicionales más ligados a la producción agropecuaria criminal o inconsciente lo reconocieron, como en este artículo alusivo: https://www.infobae.com/sociedad/2018/09/07/murio-fabian-tomasi-un-simbolo-de-los-estragos-que-provocan-los-agroquimicos-en-el-cuerpo/
Contenedores de agrotóxicos descartados en forma ilegal. Los restos de estos peligrosos productos químicos, concentrados en sus envases originales, pueden infiltrarse en las napas de agua; ya que muchas veces son descartados en forma descuidada y hasta ilegal. Claro que su uso produce esta contaminación, de todos modos: recientemente se han descubierto grandes concentraciones en el lecho de enormes sistemas fluviales como el del río Paraná.
Tractor fumigador envenenando la tierra. Este proceso se ha naturalizado y consiste en el exterminio, mediante productos químicos peligrosos para la salud, de plantas que podrían desplazar los cultivos y especies animales que se alimentan de los mismos. Esta práctica, además de promover la extinción de especies no consideradas utilitarias, va de la mano del monocultivo; y produce el agotamiento y la desertificación de la tierra fértil. Los modos agresivos y el uso de maquinaria de cosecha aportan a esta problemática.